Capítulo 1.

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L

–Desde que empezó el caso de Kira, no he podido dejar de recordar mi pasado, específicamente a ella. Muchos pensaban que ella solo traía un aura de muerte a su alrededor, pero para mí ver eso profundos ojos morados, que de vez en cuando se tornaban rojos, era como sentir la vida misma, irónicamente...

Recordé cada una de sus facciones delgadas, junto con su tez pálida y su cabello flamante. Sin embargo, el dulce recuerdo de aquellos días, se volvió amargo en mi mente al rememorar la despedida...

Hace 7 años...

– ¡JANE! –Gritaba desesperado con la esperanza de detenerla y hacer que se quedara.

– ¡Vete, L! ¡No me hagas esto más difícil! –Me rogó con lágrimas en los ojos.

–Jane, no te vayas yo... Te necesito... –Dije mientras mis ojos se cristalizaban–. ¡No te vayas, por favor! ¡¿Por qué no me dijiste que te ibas?! –Reclamé. Ella corrió hacia mí y me envolvió con sus brazos con más fuerza que de costumbre, yo imité su acción.

–Porque sabía que me lo harías más difícil... –Espetó mientras lloraba–. L, te amo. Eres lo más importante para mí. Y no sabes cómo me duele tener que irme. No quería ver tu rostro cuando me fuera –Colocó ambas manos sobre mi rostro–, porque de ya sólo imaginarlo me sentía como el mismísimo diablo... –Dijo aferrándose a mi cuerpo, sentí perfectamente su deseo de quedarse.

–Ya no irás a ninguna parte porque no pienso soltarte –Dije serio.

–Pero, L, tengo que...

–He dejado ir muchas cosas y sabes que aunque dije que eran importantes... las deje ir como si nada, ni siquiera me esforcé en hacer que esas cosas se quedaran, porque no me causaba un verdadero dolor –Levanté su rostro para mirarla a los ojos– Pero tú no serás una de esas cosas. Te amo, Jane, si te vas yo no sé qué haría...

No aguante más y lloré. Nunca nadie me hizo sentir tantas emociones. Ella era la única que podía hacer que yo dejara de ser el L que todos conocen, el relajado, serio y despreocupado L que he sido casi toda mi existencia. Pero cuando se trataba de ella, nadie podía controlarme.

–Por favor, te lo suplico... Quédate... –Ella rompió en llanto, lloraba a mares y se aferraba a mí como si su vida dependiera de ello.

– ¡No quiero irme! Tú... Tú y Watari fueron las únicas personas que casi toda mi vida me apoyaron. Watari es como un padre para mí, y tú... Eres mi primer y único amor, Lawliet...

– ¡No lo entiendo! ¡¿Por qué tienes que regresar?! ¡¿Por qué ahora?! –Pregunté, lleno de impotencia–. ¡Si él nunca vino por ti antes!

– ¡Porque no sabía cómo! L, él me quiere, es mi único padre, la única familia que me queda. ¡Entiéndelo, por favor! –Explicó en su defensa–. No me hagas esto más difícil... –Repitió tratando de separarse de mí pero sus ganas de quedarse no se lo permitían. Después, me miró para darme uno de los mejores besos que me ha dado desde que estamos juntos– Te amo, nunca lo olvides. –Dicho eso, se separó de mí con mucha dificultad y corrió hacia la orilla de la azotea del orfanato– L... ¿Recuerdas que anoche me dijiste que No quieres que esto termine nunca? ¿Y que si llega a terminar, que te recordara porque tú nunca ibas a olvidarme? –Asentí, sintiendo aun un profundo dolor en mi pecho– Promete que no me olvidarás. Recuerda que eres lo único que me hace sentir viva, eres mi vida.

–Te lo prometo, Jane. –Las lágrimas aun descendían de mis ojos.

Fue una de las contadas veces que llegué a apreciar su forma de shinigami, verla como la diosa que era, una diosa de la muerte. Desprendió sus alargadas alas grisáceas y con un aleteo se fue, rumbo a su nuevo hogar.

Mi Diosa De La Muerte [L Lawliet]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora