Capítulo 23

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Cuando por fin recuperé la consciencia noté la presión de alguien envolviéndome con sus brazos. Abrí los ojos despacio, estaban húmedos, como si hubiera estado llorando. Me aparté y alcé la mirada. No, no, no...

- Dios mío... -dije con un hilo de voz antes de abrazarlo con todas mis fuerzas. Creo que le hacía daño ya que su cuerpo se tensó.

- ¿Diana? -preguntó confuso.

- Estabas... ¡Y ahora estás bien, estás aquí, conmigo! Nunca te lo dije y no pienso volver a cometer el mismo error. Te quiero, Caleb.

Ahora fue él quien se apartó para mirarme. Me miraba fijamente a los ojos, como buscando en mis incontrolables lágrimas el significado de aquellas palabras. Finalmente sonrió. Esa adorable sonrisa que tanto echaba de menos... Sentí la mirada de alguien más sobre mí. Caleb parecía haberse dado cuenta también ya que olfateó un poco el aire. Me dio otro abrazo y me besó en la frente para luego adentrarse en el bosque.

- Siento lo que ha pasado...

Abrí mucho los ojos al oír su voz de nuevo.

- Adonai...

- Verás, yo... De verdad que lo siento, no sabía que estarías ahí, no sabía que iba a ocurrir todo esto...

- ¿A qué te refieres?

- Ya sabes a qué me refiero...

- Por favor, dímelo.

Suspiró.

- Me refiero al ataque de la aldea... Y a haber renunciado a mi esperanza de encontrarte, a haberte dejado caer en el puente...

¿El ataque a la aldea? Así que debía haber vuelto a aquella época...

- Me consuela saber que has encontrado a otra persona que... te cuide.

- Yo no necesito que nadie me cuide, no soy ninguna niña.

- ¿Cómo se llama?

- ¿Quién?

- Tu... "amigo".

- Caleb, pero eso no es lo que importa ahora -dije abrazándolo.

Para mí su muerte había sido irreal, como una pesadilla de la que sabía que podría despertar. Quizá fuese porque sabía que no era él, solo era su cuerpo pero no su alma la que actuaba. En cambio la muerte de Caleb me golpeó de lleno, rompiéndome por dentro. Aun así me alegraba de haberlos recuperado a los dos, incluso en una versión tan joven que ya tenía olvidada.

- No entiendo...

- Te lo explicaré después, cuando encontremos refugio.

- ¡Diana! -me llamó Caleb mientras hacía gestos para que lo siguiéramos.

Obedecimos y corrimos tras él por el bosque. Aquellos olores... Aquellas raíces retorcidas... Tantos recuerdos abordaban mi mente mientras sorteábamos aquellos árboles que un día fueron testigos de tantas tragedias...

Al fin llegamos a la añorada cueva en la que había pasado un año entero de mi vida con aquel lobito de hermosa y sincera sonrisa. Ya caía la noche cuando llegamos.

- Creo que sería buena idea encender una hoguera, hace frío -sugirió Adonai.

Caleb asintió e hizo un gesto para indicar que él iría a buscar la leña.

- Espera, voy contigo -dije poniéndome a su altura.

Quería pasar más tiempo con él. No me hacía gracia que después de haberlo visto morir, fuera solo en mitad de la noche. Caminé a su lado como en los viejos tiempos cuando íbamos de caza, con precaución y sigilo. Caleb fue cogiendo algunas ramas que él consideraba que arderían bien. Yo me agaché para coger una rama seca y cuando alcé la mirada distinguí entre los árboles aquel hermoso lago de aguas cristalinas. Me acerqué al lugar ante la curiosa mirada del chico y me arrodillé en la orilla para observar mi reflejo. Ya no era yo. Bueno, sí era yo pero no la Diana madre, sino la Diana joven que acababa de escapar de las garras del Fundador. Aunque ahora que lo pensaba...

AQUELLA ERA LA NOCHE EN QUE LOS DEMÁS NOS ENCONTRARON.

Dime Quién Eres [2a parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora