Capítulo 5

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Desperté de nuevo cansada. Aquellos sueños no me dejaban descansar. Mi madre me zarandeaba sentada junto a mí en la cama.

- Vamos, Katherine, ¿no querías venir conmigo?

- Sí, sí... -dije con voz soñolienta.

Me vestí deprisa y cogí una manzana para desayunar en el camino. Me despedí de mi padre dándole un beso en la mejilla y salí de casa con mi madre.

- ¡Tened cuidado! -dijo él antes de que nos fuéramos.

- ¡Descuida! -respondí.

Mientras caminábamos recogí mi pelo en una coleta alta para que no me entorpeciese la visión y después le di un mordisco a mi manzana. Seguí a mi madre hasta llegar al punto de reunión con los demás miembros de la patrulla. Me fijé en la forma de caminar de mi madre, tan decidida, tan fuerte. Siempre me había gustado eso de ella. Cuando ella hablaba todos escuchaban, todos percibían su atmósfera de seguridad y solían acceder a lo que ella decía sin replicar siquiera.

La patrulla la conformábamos tres hombres y cuatro mujeres de diferentes edades, entre ellas reconocí a la madre de Cleo, que me saludó con una sonrisa.

Avanzamos a paso ligero por el bosque en dirección a un punto alto que nos permitiese tener una buena visión de los supuestos intrusos. Entonces escuché el ruido de una rama al crujir. Los demás también lo percibieron y se pusieron alerta. Guardamos silencio unos segundos y justo cuando íbamos a reanudar la marcha, una flecha se clavó en el árbol situado a mi derecha, casi rozando mi nariz. Tenía un mensaje en la parte trasera: FUERA DE AQUÍ.

Mi madre alzó su arco y miró alrededor buscando un objetivo, al igual que los demás. Uno de los hombres de pasó una espada y la empuñé agradecida, así me sentía más segura.

"Alejaos"

¿Y esa voz?

"¡He dicho que os vayáis!"

- ¿Quién eres? -dije.

Las miradas se centraron ahora en mí, confusos. Entonces un estridente sonido perferó nuestras cabezas. Todos nos llevábamos las manos a las sienes y nos encogíamos de dolor.

"FUERA"

- ¡SAL DE MI CABEZA!

"IDOS DE AQUÍ"

El aturdimiento me impedía pensar siquiera hacia dónde dar los pasos.

- ¡DÉJANOS EN PAZ!

El volumen del sonido aumentó aún más.

- ¡ESTÁ BIEN, NOS VAMOS, NOS VAMOS! -gritó uno de los hombres.

El sonido cesó y respiramos aliviados.

- Vámonos -dijo mi madre poniéndose en marcha.

Los demás la siguieron y yo me quedé la última cerrando la fila, aún empuñando con fuerza el arma. Escuché una especie de chapoteo procedente del río que se encontraba en lo bajo del valle. Me asomé un poco desde lo alto y distinguí una figura en la orilla del río. Miré a mi patrulla, que ya se había alejado bastante, y después volví a mirar al río. Sentía curiosidad por ver qué era. Descendí con cuidado por la zona más cubierta por árboles para llegar al río. Avanzaba ocultándome tras los árboles y arbustos con cuidado de no hacer ruido. Llegué a la zona baja y permanecí detrás de un gran matorral.

¡Era un chico! Estaba con el torso desnudo, lavando su jersey. Su cabello era castaño, con distintas tonalidades que se formaban con la luz temprana de la mañana. Sus músculos se tensaban por el contacto con el agua fría del río en su piel. Distinguí un corte bastante profundo en la parte inferior de su costado izquierdo. El chico se echó agua en el corte y su rostro se tensó por el dolor. De pronto se detuvo y permaneció inmóvil unos segundos.

¡No, ese sonido otra vez no! Me retorcí en mi escondite tratando de contener un grito.

"TE DIJE QUE TE MARCHARAS"

Dime Quién Eres [2a parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora