Capítulo 33

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Cuando desperté me encontraba tumbada en una cama desconocida, y no solo eso, tenía las manos y los pies atados a esta, de manera que no podía moverme. También tenía un rollo de tela en la boca que me impedía gritar. Empecé a agobiarme mucho por aquella situación y sin darme cuenta ligeras descargas eléctricas escapaban de mi cuerpo para después recorrer el metal del que estaba hecha la estructura de la cama.

- ¡Ay! -escuché a mi izquierda.

No podía creerlo.

- Así que eres mutante... -murmuró para sí.

Mis mismos ojos azules, mi mismo cabello rubio, aunque un poco más largo y recogido en una trenza, mis mismos lunares... ¿cómo era posible?

- Voy a quitarte esto de la boca, pero como intentes gritar volveré a dormirte, ¿de acuerdo?

Asentí levemente. Ella cumplió su palabra y retiró el rollo de tela de mi boca.

- ¿Quién eres? -preguntó.

- ¿Quién eres tú? ¿Y por qué somos iguales?

- He preguntado yo primero, responde.

- Me llamo Diana, ahora soy aliada del Gobernador. ¿Y tú?

- Me llamo Ione y soy la hija del Gobernador.

Nos miramos confusas por unos segundos.

- Esto no tiene sentido, si tenemos padres distintos, ¿cómo podemos ser iguales? -intervine.

- Las dos fuimos engendradas en laboratorio, pero...

- ¿Tienes algún don?

- Acabo de dormirte con solo cantar una nana, juzga por ti misma.

- Aun siendo iguales por fuera... tenemos dones distintos... Espera un momento, si eres mutante, ¿cómo puedes vivir en la ciudad?

- Mi padre me enseñó a esconder mis poderes desde que descubrí que los tenía. No quería que desapareciera como tantos otros chicos y chicas de la ciudad. Por eso nuestra mansión está rodeada de guardias y bien acorazada.

- ¿Nadie más lo sabe?

- Solo tú, pero no dirás nada.

- ¿Cómo estás tan segura de ello?

- Porque si lo haces, tu alianza con mi padre se romperá, te encerraremos como prisionera y te cortaremos la lengua.

- ¡Vosotros sí que sabéis cómo tratar a un invitado! -dije irónica.

- Al menos no he dicho nada de matarte, deberías estar agradecida. De todos modos, nada de eso tiene por qué suceder si no le cuentas nada a nadie.

- No estoy aquí para tener conflictos contigo, sino para salvar tanto a nuestra especie como a la suya, así que te sugiero que me sueltes y hagamos como si esta visita nunca hubiera tenido lugar.

Tras unos segundos Ione comenzó a desatarme. Cuando quedé libre, me dijo:

- Ahora vete, y recuerda nuestro acuerdo.

- Por supuesto.

Me levanté y me dirigí hacia la puerta mientras me fijaba en un cuadro de la pared que contenía una foto de Ione con unos seis años abrazando a su padre. Ahora que lo pensaba, yo no había podido conservar ninguna fotografía de mi familia, ni cualquier otra cosa suya. Bajé las escaleras y giré el pomo de la puerta de mi habitación, pero esta no se abrió. Volví a intentarlo sin obtener resultado así que llamé a la puerta con los nudillos. Esperé unos segundos y el rostro de un somnoliento Aiden apareció.

Dime Quién Eres [2a parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora