Desperté en mi cama. Aún podía sentir el frío tacto de la nieve en mis mejillas. Suspiré. Aquellos sueños me asaltaban por la noche cada vez con más frecuencia. Lo extraño era que no parecían sueños, parecían muy reales.
Mi padre bajaba las escaleras que daban a su habitación.
- Buenos días, papá -saludé.
- Buenos días... ¿A dónde vas?
- ¿Qué?
- Antes te he oído desde arriba: "voy, papá". Aunque supongo que habrás dicho "me voy, papá".
- ¿He dicho eso?
- Sí.
- Supongo que habrá sido hablando en sueños...
Mi padre se sentó junto a mí en la cama y me miró fijamente.
- ¿Has tenido sueños... raros últimamente?
- ¿Raros?
- Sí... Como recuerdos.
- ¿Cómo lo sabes?
- Cariño, ya tienes dieciocho años, estás desarrollando tus dones definitivos. Creo que has heredado el de la memoria igual que yo.
- Pero... si ya heredé de ti las alas.
- Quizá pueda heredarse más de un don.
Lo miré y me abrazó.
- Tranquila, te enseñaré a utilizarlo. No debes dejar que te domine sino dominarlo tú a él, utilizarlo a tu gusto.
- Gracias, papá -dije en su hombro.
- Venga, cámbiate y prepárate para ir al entrenamiento -dijo levantándose para dirigirse a la cocina.
- Voy.
En nuestro pueblo, a partir de los doce años comenzaba una instrucción especial para saber defendernos. Esta instrucción la establecieron algunos de los fundadores de este lugar para que estuviéramos preparados para cualquier cosa. Después de las terribles guerras que hubo nos escondemos en el bosque, tanto de los humanos como del resto de los mutantes, aquellos que no permiten que vivamos en libertad o nos ven como una amenaza. Esto de lo explican también en la instrucción, no todo es entrenamiento físico, también hay una parte teórica de historia para que no se vuelvan a cometer los errores del pasado. Aunque la instrucción es opcional, aún no ha habido nadie que se haya negado a ir ya que todos quieren estar preparados y protegidos.
Me levanté y cogí mi ropa de encima de la mesita de noche. Mi habitación no era más que esa mesita junto a una cama aislada del resto de la cabaña por un biombo. En la misma planta estaba la cocina, sin ningún tipo de separación, que no era más que una mesa para cocinar donde también comíamos, con tres sillas alrededor y un par de rústicos armarios. A modo de salón teníamos una alfombra en el suelo con dos bancos de madera que había fabricado mi madre. Se le daba muy bien manejar la madera. Unas escaleras daban al piso de arriba, donde únicamente estaba la habitación de mis padres. El baño estaba fuera, ya que obviamente no había agua corriente.
Me puse los pantalones y la sudadera con cuidado para meter las alas por las dos rajas que esta tenía. Era primavera y hacía un día estupendo así que no necesitaba arreglarme más.
Comí con gusto el desayuno que había preparado mi padre. Mi madre también bajó a desayunar y comimos los tres juntos en la mesa de la cocina.
- Ayer detectamos una anomalía cuando mi grupo estaba patrullando -dijo mi madre.
- ¿A qué te refieres? -dijo mi padre.
- En el valle del otro lado del bosque vimos humo.
- ¿Un incendio?
- No, eran varias columnas, como si perteneciesen a hogueras.
- Sería algún grupo nómada de pasada.
A mi madre eso no pareció convencerla.
- Hoy me toca patrullar a mí así que descuida, estaré atento.
Mi madre relajó un poco el rostro.
Terminé mi desayuno y me despedí de ellos. Salí de casa y me dirigí al campo de instrucción. Entonces alguien saltó a mi espalda y yo le agarré por la espalda y me incliné, tirando de él con fuerza de manera que cayó al suelo. Entonces vi la cara de dolor de Cleo.
- Ayyy... -gemía.
- Si es que pareces tonta, hija mía -le reprochaba Amaru.
Cleo y Amaru eran mis dos mejores amigos. Cleo era una chica despierta y extrovertida de piel pálida y una larguísima melena rubia y lisa recogida en dos coletas altas a los lados. Su especialidad era el arco y tenía el don de producir una especie de saliva corrosiva. Amaru era un chico alto y fuerte de raza negra y pelo muy corto. Era de carácter maduro y responsable por lo que solían elegirlo como líder de grupo en las actividades de la instrucción. A él se le daba mejor el lanzamiento de cuchillos y siempre daba en la diana con una pistola. Su don era el de ver el futuro en repentinas visiones. Era algo parecido al mío pero justo al contrario.
- Lo siento -me disculpé mientras incorporaba a mi amiga.
- ¡Qué agresiva! ¡Qué golpazo me has metido! ¡No puedes ir pegando por ahí al primero que te salte en encima!
- No, por supuesto -dijo sarcástico Amaru.
A pesar de sus múltiples y rutinales discrepancias yo siempre había pensado que se gustaban pero se empeñaban en negarlo. Seguramente fuera por el pequeño problemilla de la saliva de Cleo, no creo que un beso suyo fuera muy agradable.
- Bueno, vámonos o llegaremos tarde -dije.
Y juntos caminamos hacia el campo de instrucción.
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Dime Quién Eres [2a parte]
Ciencia Ficción[SEGUNDA PARTE DE DIME QUIÉN SOY] Las cenizas del pasado volverán a arder más que nunca. Desentierra el pasado para que pueda haber un futuro. POSICIONES #44 en Ciencia Ficción [01/06/2016] #26 en Ciencia Ficción [03/06/2016] #19 en Ciencia Ficción...