Ya teníamos todo preparado, solo quedaba esperar a que apareciesen, cosa que debía ser inminente.
— ¿Qué es ese frasquito azul que llevas al cuello?
Adonai me miraba curioso en la oscuridad.
— No sé si contártelo, porque lo más probable es que no me creas...
— Inténtalo.
Suspiré.
— Yo... No sé ni por dónde empezar... He... he venido del futuro. Bueno, nuestra hija me trajo aquí antes de que el Fundador...
— Espera, ¿futuro? ¿Hija?
— Te dije que no me ibas a creer.
— No es eso, pero...
— Este frasco contiene la Cura para todos los mutantes.
— ¿Cura de qué?
— Creo que nos puede volver humanos normales.
— ¿Es que estamos enfermos? —dijo algo molesto.
— No se trata de eso, se trata de la incompatibilidad de nuestra convivencia con los humanos. Siempre viviremos perseguidos, Adonai, escondiéndonos y luchando entre nosotros.
— ¿Y por qué debemos renunciar nosotros?
— Alguien debe hacerlo y es la solución menos perjudicial.
— ¿Menos perjudicial para quién? ¿Para ellos o para nosotros?
Noté a Caleb a mi lado nervioso, inquieto.
— ¿Caleb, qué pasa? —le pregunté.
No me miraba, estaba atento a otra cosa.
— ¿Caleb?
Volvió la cabeza en un rápido movimiento hacia un lado y echó a correr.
— ¡¿Qué haces?!
Salí corriendo tras él pero Adonai me agarró por el brazo.
— ¡No hay tiempo, Diana, estarán al llegar!
— ¡No pienso volver a perderlo! —dije soltándome de un tirón para después correr hacia donde había desaparecido Caleb.
¿A dónde demonios iba?
Seguí sus pasos adentrándome en el bosque en dirección al lago. ¿Qué iba a hacer allí?
— ¿Caleb? —lo llamé.
Finalmente, lo encontré gruñendo al suelo.
— ¿Qué haces?
Caleb parecía estar apretando algo con su mano derecha. Escuché un extraño sonido y después una chica apareció debajo de Caleb. El chico la tenía bien sujeta y apretaba el cuello de la chica con su mano mientras la miraba fijamente.
— ¡Caleb, suéltala!
Él me miró un instante y obedeció, casi como si estuviera avergonzado porque le hubiera gritado. Me agaché junto a ellos mientras la chica tosía y trataba de recuperar el aliento. Observé su piel escamosa, parecía como si llevara puesto un traje muy ceñido pero no fuera realmente su piel. Me di cuenta de que no distinguía sus piernas, estas se camuflaban a la perfección con la hierba.
— ¿Te camuflas? —le pregunté.
Ella me miró asustada, aún con los ojos llorosos. Tendría más o menos mi edad, su pelo corto y despeinado quedaba sorprendentemente bien con su rostro. No distinguía el color de sus ojos debido a la falta de luz, pero igualmente parecían inocentes.
— ¿Cómo te llamas? —volví a intentar obtener una respuesta de su boca.
Caleb me dio un toquecito en el brazo, pidiendo mi atención. Emitió un par de sonidos, abría la boca como intentando decir algo pero las palabras no querían salir. Señaló a la chica y después se tocó un ojo y nos señaló a los dos.
— ¿Nos espiabas? —comprendí finalmente.
La chica negó con la cabeza, angustiada.
— Entonces dime, ¿qué hacías observándonos?
Ella abrió la boca y negó con la cabeza de nuevo.
— ¿Eres muda?
Asintió algo aliviada.
— ¿Estás sola?
Volvió a asentir.
— Caleb, ¿qué te parece que se quede con nosotros?
El chico me miró sorprendido y después frunció el ceño. Ella se llevó las manos a su tobillo izquierdo, que ya era visible, y parecía estar hinchado.
— Vaya, parece que te has torcido el tobillo. Tendremos que ayudarla, ¿no, Caleb?
El lobito finalmente se dió por vencido, soltó un suspiro y después asintió levemente. Ayudamos a la chica a ponerse en pie y Caleb la tomó en brazos a regañadientes, lo que me sacó una sonrisa. Nunca le había visto tan malhumorado por algo así. Volvimos a paso ligero al lugar donde habíamos abandonado a Adonai. Estaba empezando a pensar que lo habían encontrado y se lo habían llevado preso, pero no fue así. Cuando nos vio, nos dirigió una mirada de reproche que se transformó en sorpresa.
— ¿Y esta quién es?
— Luego te lo explico, ¿hay novedades?
— Creo que son aquellos —dijo señalando unas pequeñas no muy lejos de la cueva.
— Genial, vamos a colocarnos.
Esperamos escondidos a que llegaran a la cueva. Una vez entraron en la boca del lobo, los sorprendí por detrás.
— Vaya, vaya —sonreí.
Aiden con su nuevo aspecto, Agnes, Aarón, Erin, Edric, Yui todos estaban allí.
— ¡Cuánto tiempo! —sonrió pícara Agnes.
— Demasiado. Antes de nada, quiero advertiros que estáis sobre suelo mojado y en cualquier momento puedo freíros. ¿Ha quedado claro?
La sonrisa de Agnes se borró.
— No me malinterpretéis, no vengo en vuestra contra, sino para pediros que nos ayudéis en nuestra causa antes de que ocurra lo peor.
— ¿A qué te refieres? —preguntó Yui.
Un momento... Nos lo habían puesto demasiado fácil... FALTABAN RASHID Y ABIGAIL, NO ESTABAN AQUÍ.
— Decidles a Rashid y Abigail que aparezcan aquí u os dejo humeando —amenacé.
Ellos pusieron cara de sorpresa.
— ¡Chicos, abortamos misión! —gritó Agnes.
Un borrón pasó junto a mí, apareciendo después Rashid y Abigail junto a los demás.
— ¿Cómo lo sabías? —habló esta vez Aiden.
— Podéis creerme o no, pero ese no es mi problema. Vengo del futuro.
— Ya, ¿y qué más? —dijo sarcástico.
— He visto nuestra destrucción, la muerte de nuestros hijos, la de nuestros seres queridos y la nuestra propia. Los humanos no intervinieron, nos matamos entre nosotros. Mi hija logró devolverme al pasado antes de morir para evitar toda esa catástrofe —una lágrima se me escapó sin poder evitarlo. —Ahora os pido vuestra ayuda, sin vosotros no podré hacerlo.
Tras unos eternos segundos, Agnes intervino.
— ¿Y qué obtenemos nosotros a cambio?
— Por si lo que ya he dicho no te parece suficiente, tu hermano podrá volver a ser normal.
La chica miró a Aiden y su expresión cambió.
— ¿Qué tenemos que hacer?
— Llegar a la ciudad.
Todos se miraron intrigados.
— Al lugar donde empezó todo... —susurré.
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Dime Quién Eres [2a parte]
Ficção Científica[SEGUNDA PARTE DE DIME QUIÉN SOY] Las cenizas del pasado volverán a arder más que nunca. Desentierra el pasado para que pueda haber un futuro. POSICIONES #44 en Ciencia Ficción [01/06/2016] #26 en Ciencia Ficción [03/06/2016] #19 en Ciencia Ficción...