Capítulo 8

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Voy corriendo hacia Amber, que yace en el suelo con el pecho cubierto de sangre. Oigo el cuchillo de Diana silbar a mi lado hasta llegar a la garganta del soldado enemigo.

- Amber, estoy aquí...

¡BUM!

Me tambaleo por la onda expansiva y cuando consigo recuperarme me doy la vuelta buscando a Diana con la mirada. Se oye un fuerte crujido y el suelo se mueve. La nube de polvo se va disipando y logro distinguirla justo antes del segundo crujido. Ella me mira mientras el suelo se desmorona bajo sus pies y todo se viene abajo, incluídas mis ganas de vivir.

...

Me siento a los pies de la cama de Amber, y pongo mi mano sobre su pierna. Observo cómo duerme, su pecho se eleva despacio. Es asombroso cómo puede haber sobrevivido a siete disparos en el pecho, realmente su don es increíble.

Miro al espejo que hay en la pared de en frente y veo una lánguida sombra sentada en una cama. Sus ojos hundidos están enmarcados por dos grandes líneas oscuras y no hay luz alguna en su mirada, solo dolor y soledad, eso es todo.

"Es culpa tuya, tú la dejaste sola."

"Cállate, deja de recordármelo."

"Quizá prefieras verlo con tus propios ojos de nuevo..."

"No, otra vez no..."

Sin darme cuenta una lágrima se escapa y corre por mi mejilla.

- Hola... -una voz ronca y frágil llama mi atención.

- Hola, pequeñaja -digo limpiándome la lágrima de inmediato y forzando una sonrisa. -¿Cómo te encuentras?

- Como si un tanque me hubiese pasado por encima -dijo ella débilmente.

- Eres la persona más fuerte que conozco, ¿sabes? Puedes sobrevivir a todo.

- ¿Y tu novia?

Ese chasquido es el último trozo de mi alma quebrándose.

- Ella... -no sé qué decirle ya que ni siquiera yo quiero asumir que está muerta, una pequeña parte de mí tiene la esperanza de que esté viva, de que pueda perderme en su mirada de nuevo algún día...

- Lo siento... -dice ella.

Sus ojos también se empañan y tengo que apartar la vista o no podré contenerme.

...

- ¿Soldado C1-G1-S1? -dice la mujer de traje blanco.

- Sí -respondo poniéndome en pie.

- Pasa.

Nos habían llamado a unos pocos para hacernos algunas pruebas así que estábamos sentados en una especie de sala de espera. Aún no nos habían dicho cuáles pero decían que podíamos haber cogido un virus del exterior. Yo no me lo termino de creer, ya que me encuentro perfectamente. Bueno, en realidad por dentro estoy roto, pero por fuera puede parecer que estoy bien y dudo mucho que unas pruebas puedan reflejar el vacío que siento.

Obedezco y sigo a la mujer hacia el interior de la habitación, donde se encuentra el Fundador con quien debe ser la doctora y Aiden sentado en la camilla. Este último se pone en pie y se dirige a la puerta. Cuando pasa junto a mí para salir me toma del brazo y me susurra:

- Suerte.

Me guiña un ojo. Las cosas entre nosotros han cambiado mucho, nos hemos hecho buenos amigos. Supongo que el perder a alguien que nos importaba a los dos ha hecho que por fin tengamos algo en común. Cuando yo aún estaba en la enfermería Aiden vino a verme. No hablamos nada, simplemente se quedó para hacerme compañía, o quizá para tener la certeza de que alguien más sentía su tristeza.

Dime Quién Eres [2a parte]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora