Capítulo 10.

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Effie

Seguía sin comprender porque mi pequeña estaba tan empeñada en esconder la verdad. Tenemos confianza entre nosotras y que me haya mentido me duele. Sin embargo, no pensaba volver a insistir, cuando este dispuesta a contarme puede hacerlo.

Admito que dormir sola no era mi mayor fuerte, mucho menos podía darme el lujo de girar a todos lados, el tamaño de mi vientre no me permitía estar muy cómoda que digamos. Aunque me alegraba saber que mi bebé estaba despierto en todos los sentidos y sus patadas eran cada vez mas constantes. 

Me quede en la misma posición por horas, hablando con él o ella, lo muy emocionada que me tenía su llegada. De a poco fui cerrando los ojos hasta quedarme dormida.

Las pesadillas me dejaron tranquila esta vez.

Sentí una molestia en el hombro, abrí de a poco los ojos esperando que mi vista se acople. Soñolienta y bostezando me incorpore despacio en la cama, observando a Clary con su mochila en frente mio. 

—¿Qué haces despierta tan temprano?

Me miro confusa, lo que me recordó que no llegue a llamar a Mabel para avisarle sobre el cambio de planes. 

—La escuela—beso mi vientre—. Vendrán por mi en unos minutos pero no quería irme sin antes ver que ambos estuvieran bien

—Lo estamos—agregué, bostezando nuevamente—, ¿desayunaste?

—Leche y cereales, como siempre.

—Bien, esta será la última vez que ella va a llevarte. Procura decírselo de mi parte, y hoy iré por ti al salir así que no quiero sorpresas ¿de acuerdo?

—Confía en mi, no tienes que...

Los golpes a la puerta interrumpieron nuestra conversación. Me puse de pie colocándome una bata de dormir para cubrir el corto pijama que usaba, arregle un poco mi desordenado cabello mientras seguía a Clary de cerca. Al abrir salude a Mabel con una sonrisa, acariciando la mejilla de Alice para luego de llenar de besos el rostro de mi pequeña antes de que se fueran. 

Nuevamente me había quedado sola y lo único que se me cruzo por la mente fue llamar a los muchachos, después de todo había prometido hacerlo con más frecuencia. Pase unos minutos esperando hasta que cierto chico del pan respondió.

—Por tu voz puedo deducir que estas molesto.

—¡Effie!—exclamó alegre—, estaba de maravilla pero siempre hay una persona que te baja los ánimos.       

—Se a que te refieres, tengo años soportando aquello—suspiré—. ¿Qué hizo esta vez?.    

—Lo mismo de siempre, esta vez me asegure de meterlo en la bañera antes de dejarlo en su cama. Apestaba a vomito, y discutimos antes de eso pero cayo rendido al sueño apenas toco la almohada.

—Es bueno tratándose de él.

—Demasiado—rió sin ganas—. ¿Cómo estas? ¿Todo va bien con el bebé?

—Quiero tenerlo en mis brazos pero aun estoy algo aterrada, no se si seré una buena madre.

—Veras que todo saldrá bien, serás una madre increíble y ese pequeño o pequeña no puede ser mas afortunado en tenerte.

Sonreí. Las palabras de Peeta siempre lograban darme un poco mas de seguridad, que es lo que mas necesitaba en estos momentos.

—¿Y que tal va Clary? 

—La noto angustiada—mordí mi labio—, no tuvimos un buen día ayer.

¿Qué fue lo que paso?

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