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La mañana siguiente Martha se despertó muy tarde. Había saludado su María después de preparar sus cosas para dormir con su padre. No había preguntado nada de él, cuando llegaba, donde se habrían visto con su padre, dónde habrían dormido con su hija. A pesar de todo confiaba en su calidades como padre.
Al final, había decidido volver a la cama. Cogió su móvil y empezó a ver que pasaba en el mundo, a sus contactos. Cerrando un artículo sobre la descubierta de un nuevo medicamento para el cancer, tropezó con unas fotos de un amigo de su ex marido. Una cena de parejitas. Ahí estaban todas sus amigas, divirtiéndose con el nuevo amor de Marcelo. Era la primera vez que Martha la veía. Era perfecta, su pelo era largo y suave, su barriga llana y sus piernas largas y delgadas. La cara era mejor del cuerpo, unos ojos grandes, una nariz pequeña y una boca encantadora.
Seguía mirandola. No podía competir, era la mujer más guapa que había visto en su vida. Se sintió tan fea e inadecuada, pero lo que la lastimaba era la cara de Marcelo. No se acordaba la última vez que había visto él tan feliz. ¿Y si nunca hubiera sido tan felíz con ella? ¿Era culpable por eso? En un rincón alejado de su corazón pensaba que si, era suya la culpa. ¿Porque no había luchado por él? Porque él amaba otra mujer. Pero era su marido, habría podido intentar convencerlo que todavía se amaban. El punto era que ella no lo amaba y lo sabía, desde cuando él le había dicho que había otra mujer. Se había sentido un poco aliviada, como si él hubiese resuelto algun problema que ella no podía solucionar. Lo que la lastimaba era haber tomado decisiones equivocadas que la habían llevado a ese momento de su vida. Y además se sentía humillada porque su marido la había sustituido con esa chica tan joven y tan mona. Se durmió mirando ese rostro tan perfecto, mientras las lagrimas recorrían su cara.

D: ¡Hola Martha! ¿Que tal?

El mensaje de Diego la despertó. Eran las nueve y media y afuera el sol ya había desaparecido.

M: ¡Hola! He tenido días mejores...

D: ¿Que pasa?

M: Nada. He visto algo que no tenía que ver.

D: ???

M: La foto de la nueva mujer de mi ex marido. Parece Miss España. Yo...no se, suena tonto, pero me he sentido fea. Como si quisiera esconderme y no ver nadie, jamás.

D: No es tonto y se que suena banal, pero yo solo te conozco por tu belleza interior y pienso que eres maravillosa.

M: Eres muy gentil...

D: Martha, cada persona tiene sus calidades y sus defectos. No te compares a los demás, porqué eres única, nadie es como tu, y nadie nunca lo será. Eres muy joven y tienes toda la vida por delante, sal de ahí y vive tu vida. Pasea con tu hija, no se.

M: Mi hija está con su padre.

D: ¡Mejor! ¿Desde cuando no sales sin ella? ¡A bailar mujer! ¡Difruta de tu libertad!

Martha miró su móvil por algunos minutos. Era verdad. Ella era libre de salir, ir de copas, bailar hasta la mañana siguiente.

M: ¿No es un poco triste salir a solas?

D: A mi me encanta salir a solas. Puedo difrutar de mi pensamientos.

M: No quiero oír mis pensamientos hoy.

D: ¿un amiga, un amigo?

M: No se me viene nadie que me gustaría llamar.
Martha pensó un segundo.
M: Bueno tu, pero ni siquiera se donde vives.

D: Santa cruz de Tenerife, España.

M: No me lo puedo creer.

D: ¿Que?

M: Yo estoy en Los Cristianos, a 80 km de Santa Cruz.

La fuerza de tus palabras (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora