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Esa misma tarde, Martha estaba tumbada en su cama, mirando el techo. María estaba echando la siesta y ella habria tenido que pensar a la tienda de sus padre, pero no lo conseguía. Sólo conseguía pensar en Diego y Ana. ¿Habían ido a comer juntos? ¿Que le habría dicho él? ¿Y como había reaccionado ella? Quizas hubiera convencido Diego a dejarla. Él miedo invadió su cuerpo, para tranquilizarse escribió a su hombre. - Mi hombre - pensó satisfecha y sonriente.

M: ¡Hola Diego! ¿Que tal?

Él no contestó. Dejandola con sus dudas.
- Estará seguramente trabajando, Martha. Y tu deberías pensar y organizar tu futuro, en lugar de pensar esas tonterías - pensó - Sólo te has hecho comer el coco de Ale y Raúl. Diego y Ana se conocen desde años, es normal que tengan una amistad muy profunda.

Encendió su ordenador, intentando distraerse con la buscada de un piso.

****

Cuando llegó la hora de cenar, Martha olvidó su móvil al lado del ordenador y no se dio cuenta que Diego siguia llamandola.  Cuando la cena había acabado, limpiando la mesa, vio María jugar con algo que parecía su móvil. Necesitó unos segundos para darse cuenta de que su hija hablaba con alguien de verdad y fue solo porque se acercó a ella y le dijo - Mami, tu novio.
Martha se puso roja, y viendo sus padres que la miraban confundida, cogió el móvil
- Gracias, mi amor - dijo a María desapareciendo en su habitación.
- ¿Diego?

- Hola preciosa, tu niña parece muy inteligente.
- Si, la verdad es que a veces me sorprende mucho - miró la puerta pensando en su hija que jugaba en el salón.
-

¿Que tal tu tarde? ¿Has pensado a lo de tus padre?
- La verdad que no...bueno no sé.
- Tranquila, llegará un momento en el que todo te quedará claro y sabrás que hacer.
- Vale... ¿Y tu? Novedades? - Martha quería saber algo del almuerzo con Ana.
- Mmm...No, no me parece...Un día de trabajo normal.
- ¿Y él almuerzo? - preguntó curiosa.
- Nada...como siempre, en su casa con su madre - esas palabras llegaron a Martha como piedras.
- ¡¿Almuerzas con ella y su madre?!
- Si, viven en el edificio de la agencia, pero en el piso de arriba.
Martha suspiró, sin decir nada.
- Lo se, ella no te gusta. Pero es una buena persona, la conoces poco. Para mi es familia, mis padres viven en el edificio en frente, hemos crecido juntos. Además, cuando le conté de nosotros me pareció muy contenta.
Martha se quedó callada. Esa mujer non le había parecido una buena persona. Pero, a lo mejor se equivocaba. Podía ser que ella solo quisiera ser una buena amiga y dar los mejores consejos a Diego.
- Vale - dijo ella - Intentaré conocerla mejor.
- Gracias, Martha, te lo agradezco mucho.
- De nada. Ahora tengo que ir, mis padres ya me estarán esperando para preguntarme de mi novio.
- ¿No habías hablado de mi a ellos?
- Todavía no.
- ¿No quieres?
- No es eso...Es que se que mis padres siempre ha estado convencido de que mi decisión de casarme fue demasiado rapida, aunque nunca me lo dijeron. Y el tiempo les dio razón - suspiró - No quiero que piensen que estar contigo sea un capricho o una venganza, porque no lo es.
- Los errores son parte de nosotros, somos lo que somos gracias a nuestros errores también.
- Lo se, pero...
- Cualquier cosa te digan lo importante es que tengas claro lo nuestro. Ellos te aconsejan porque te quieren y no les gusta verte sufrir, pero sólo tu y yo conocemos nuestros sentimientos.
- Te echo tanto de menos.
- Yo también dulce Martha, ¿me escribes en cuanto acabe el interrogatorio?
- Vale.
- Hasta pronto.
Martha miró su móvil y después la puerta, intentando imaginar que hacían sus padres. Los encontró sentados sobre el sofá, mirando María que jugaba. Eligió un libro de la librería y se sentó sobre el sofá con ellos. Había un silencio atronador, podía sentir los ojos de sus padres sobre ella. Esperó un poco y después los miró
- ¿Que pasa?
- Nada, nada - dijo su padre.
- Sólo queríamos saber si tenías que contarnos algo, una novedad.
- Mmm, no, no me parece - dijo ella mirandola sonriendo.
- ¿No? Porque me había parecido que María dijo algo sobre un novio.
- Si, si. Has escuchado bien, mamá - volvió el silencio.
- ¿Y? - su madre era muy curiosa.
- Nada, hay una persona, pero es desde muy poco.
- ¿Nos contas algo de esta persona?
Martha suspiró, cerrando el libro. Les habría contado lo indispensable para dejarlo tranquilos - Se llama Diego, vive en Santa Cruz y trabaja en una agencia publicitaria - decidió no decir nada de su edad.
- Vale, pero donde lo has conocido.
- Lo conozco desde hace mucho, está en el grupo de literatura de facebook que administraba. Pero hemos empezado a conocernos mejor hace poco.
- ¿En Internet? - su madre casi gritó - Quidado niña, hay muchas malas personas en la red.
- Lo se, mamá. No te procupe.
- Pero...
- Voy al baño- Martha interrumpió las demandas, ya tenían bastantes informaciones.

La fuerza de tus palabras (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora