Llegaron en casa casi corriendo. Tras cerrar la puerta se miraron, quedandose inmóviles, sin tocarse. El aire parecía llena de eleteicidad, como si moviendose u tocandose habrían recibido un choque. Martha sentía su corazon latir como si fuera enloquecidom y sus nervioso muy tensos. Eran meses que no hacía el amor y se sentía como si fuera su primera vez. Había tenido sexo con esos chicos, pero no era lo mismo. Esta vez había un sentimiento tan poderoso entre ellos que la bloqueaba un poco. Él se acercó muy de espacio, a Martha le pareció una eternidad. Puso su mano sobre su mejilla y ella cerró sus ojos, intentando tranquilizarse con ese toque tan cariñoso, suspirando.
— ¿Que pasa mi amor?
— Nada — respondió ella poco convencida.
El la besó, pero ella estaba demasiado nerviosa para no parecer distraída.
— Cariño, ¿todo bien?
— Si...yo sólo...estoy un poco nerviosa...es mucho yo no...— miró el suelo, avergozada..
Él sonrió y le levantó la cara poniendole un dedo bajo su barbilla
— Martha, si no quieres no pasa nada, puedo esperar lo que quieras.
— Yo quiero, de verdad...
Él la besó y cogió su mano. Se fueron a su habitación. Él la miró y le quitó la chaqueta, ayudandola a sentarse sobre la cama. La besó con ternura, como si pudiera romperse entre sus manos. Los besos pasaron a su cuello, hasta llegar a su escote, acentuado por uno de sus vestidos de flores. Ella empezó a desconectar su cerebro y no permitir que sus pensamientos la bloquearan. Lo dejó abrir su vestido y quitarselo. Ella abrió su camisa, descubriendo su cuerpo entrenado. Tocó su abdomen, era tan perfecto que no le parecía verdadero. Nisiquiera Marcelo tenia un cuerpo tan bonito. Él la ayudó a tumbarse y e quedó adorando su cuerpo.
— Eres perfecta — dijo él antes de quitarse los pantalones y ponerse a su lado.
— Tu cuerpo está...
— ¿Te gusta?
Ella recorrió su figura, fijandose en lo que había crecido en sus bragas. De repente se olvidó de sus miedos y volvió a ser sí misma. Se puso. De pié y se quitó su ropa interior. Luego quitó los calzoncillos a Diego, desvelando su erección.
— Oh, Martha — solo consiguió decir él tras suspirar, cuando ella volvió sobre él, para llegar juntos hasta al paraíso y volver tres veces sólo esa noche.El día siguiente, Martha abrió sus ojos, pero no encontró Diego en su cama y por un momento pensó que había sido todo un sueño.
— Buenos días preciosa — la voz de su hombre venía del escrotorio. Se dio la vuelta y ahí lo vio: en calzoncillos tan hermoso, con la luz del sol que dibujaba sombras en su rostro y su sonrisa que illuminaba su mirada.
— ¿Que haces? — preguntó ella mirando su ordenador.
— Nada, me he despertato y tu dormías, así que me puse a escribir un poco.
—Ah, vale — Martha volvió a tumbarse, mirando el techo. No le gustaba hablar de escritura, desde cuando había decidido dejar de escribir se sentía como si hubiera perdido su mejor amigo. Se había dado cuenta de que no era solo algo que le gustaba hacer, si no algo que la ayudaba, que la hacía sentir mejor.
— Te he dejado una cosa que quiero que leas.
— Diego...yo...
— Sólo tienes que leer, cuando tendrás un poco de tiempo.
— Vale...
— Y ahora ven aquí, no quise despertarte, pero no puedo seguir sin besarte, estás aún mas hermosa, así media dormida.
— ¿Sólo quieres besos? Que lástima, yo pensaba en algo diferente...
— Oh Martha, te lo dije: voy a realizar todo tus sueños — dijo sonriendo y desapareciendo bajo las sábanas.****
Una hora después, los dos estaba preparando él desayuno, cuando llegaron Alejandro y Raúl.
— ¡Buenos dias campeones! — Alejandro entraba con una sonrisa maliciosa.
— ¿Y eso? — preguntó Martha.
— No preguntes, la advirtió Raúl.
— Bueno, a juzgar eso ruidos que se sentían anoche cuando regresamos y que nos despertaron esta mañana, sois muy buenos en la cama.
Martha se volvió roja y sin palabras, mientras Diego sonreía.
— Perdón, no queríamos despertar nadie.
— No os preocupeis, fuiste de inspiración — dijo Alejandro, siempre malicioso.
— Cariño — Diego intentó cambiar discurso — Hoy mis padres organizan un almuerzo con unos amigos, ¿quires venir?
Ella lo miró preocupada, acordandose de la cena con sus padres — ¿Piensas que es una buena idea?
— No te preocupes, ellos conocen tu edad, y no les importa. Tienen mucha gana de verte
— Vale, tengo que arreglarme. Voy a ponerme algo elegante.
— No, ponte algo que refleja tu personalidad.Después de cuarenta minutos, Martha salió de su habitación con un vestido rojo de flores blancos que resaltaba sus curvas. Diego se quedo mirándola.
— Oh cariño, eres magica. Sólo Díos sabe lo que te haría si no tuvieramos que salir — la besó con toda su lujuria, dejandola sin aliento.Hola!
Aquí hay las letras de la canción...lo siento, todavía no hay traducción en castellano lyricstranslate.com/es/jovanotti-ragazza-magica-lyrics.htmlBesos
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La fuerza de tus palabras (Editando)
ChickLitMartha tiene treinta años y una niña de dos, está casada, escribe novelas y trabaja como caguro para su vecina. Su vida sigue tranquila, aunque ella no fuera feliz, hasta un día en que su marido dice tres palabras horribles: Tenemos que hablar.