Un mes y medio después, Martha estaba en el comedor, mirando la palabra fín en la pantalla de su ordenador. María estaba con sus abuelos y ella estaba comiendo algo en casa, antes de volvier a su tienda. La historia de Miguel y Maleja ya se había acabado. Ahora no sabía que hacer. Podía enviarla a Diego, pero no se hablaban desde ese día en el coche.
— ¡Hola preciosa! ¿Sigues escribiendo? — Raúl había vuelto para comer con ella.
— En realidad, he acabado ahora mismo.
— ¿Y no te gusta? Tienes una cara un poco rara.
— No es eso...es que...Es una historia de amor que empezó Diego y la dejó en mi ordenador porque quería que yo la leyera y escribiera mi parte. Pero ahora que he acabado, no se que hacer...
— Enviala a él.
— No se...es que lo echo mucho de menos y pienso a él todos los días, pero él no ha intentado llamarme ni una vez — suspiró — Lo dejaré ahí...
— ¿Puedo leerlo?
— Claro.
— ¿Leer que? — Paulo llegó con María durmida en sus brazos.
— Una historia de amor empezada por Diego y acabada por Martha.
— Yo también quiero leerla — dijo su padre.
— Voy a imprimir dos copias — dijo Raúl desapareciendo con el ordenador.
María se quedó asolas en el comedor, si dejar de pensar en Diego.****
E
l día después, eran las nueves de la tarde y estaba limpiando su tienda, cuando sintió la puerta abrirse. Se asomó y vio su padre.
— ¡Hola papá!
Él se acercó a ella, la miró. Parecía preocupado.
— ¿Todo bien? Tienes una cara...rara.
— Yo...— miró la tienda, pareciendo incomodo.
— ¿Papá?
— Fui tan estúpido...
— ¿De que hablas?
— De Diego...de ti...bueno, de vosotros.
— No te entiendo...— He leído ese libro. Está claro que habéis hablado de vosotros y vuestros sentimientos y....Yo nunca me he equivocado tanto en mí vida. Pensé que solo eras el capricho de un cuarentón en crisis. Guapo y entrenado, pero cuarentón — sonrió tristemente — Vuestro amor es algo tan fuerte. Él te ama así profundamente, te mira y todo lo que ve es lo que yo veo cada día en ti.
Martha sintió las lagrimas acercarse a sus ojos.
— No creo sea tan importante ahora. Él no ha vuelto a llamarme, creo que eso signifique que ha elegido una vida sin mi.
— Pero ¡no hay vida sin ti! Está escrito ahí.
— Papá es solo un libro...es todo un invento...
— Pero...
— Tengo que limpiar papá, nos vemos mañana.
Paulo se quedó ahí, mirandola triste, sin saber que hacer y, sobretodo, sintiéndose culpable de la tristeza de su hija.
— No es tu culpa, papá. La culpa no es de nadie. A veces las cosas solo pasan...El lunes Martha había decidido no cerrar durante el horario del almuerzo y comer un sándwich en su tienda, para ver cuanta gente había en ese horario. Estaba comiendo cuando llegó Alejandro.
—Traigo cafeeeeee— gritó mientras llegaba.
—Gracias Ale, ¿que tal tu día?
— Bueno...raro.
— ..orque? Ue ha asado?— intentó preguntar ella mientras comía.
—No te han dicho que no se habla mientras se come.
—Tengo hambre...¿me cuentas que ha pasado?
—¿Has visto tu facebook hoy?
—No, ¿porque?
—Hay una publicación muy rara que la gente de todo el mundo está compartiendo....lo dijeron en el telediario también.
—Y ¿porque debería importarme?
—Eso es el punto.
—¿Que punto?
—Que la publicación es para una chica de nombre Martha.
Ella lo miró confundida y cogió su móvil, abriendo su facebook. Vio en las noticias y un montón de sus amigos había compartido la misma publicación. Se puso a leer, sorprendida como nunca.¡Hola Martha! Quise escribir estas palabras y compartirlas porque quería hacer algo especial. Quería decirte cuanto te he echado de menos. He echado de menos tus dulces ojos.
He echado de meno tu sonrisa felíz cuando miras a tu hija y tu sonrisa avergonzada cuando te dijo que eres hermosa.
He echado de menos tu manera de bromear cuando digo u hago algo romantico.
He echado de meno tu cara relajada cuando duermes.
He echado de menos tus vestidos de colores.
He echado de menos tu piel soave.
He hechado de menos tu suspiros cuando beso tu cuello.
No estoy perfecto y aún me pregunto porque me has elegido entre todos. Mi vida tiene que cambiar porque sin ti no tiene ningún sentido. Desde que discutimos me siento como si mi alma se hubiera rompido, como si solo hubiera quedado mitad y la otra estuviera ahí fuera buscandote. Tienias razón, dulce Martha, había muchas cosas en mi vida que no eran como pensaba. Te pido perdón.
Te amo Martha y te esperaré toda la vida, porqie por ti merece la pena esperar.
Quiero a todos de ayudarme y compartir este mensaje para que llegue a mi amor.— Ale, esto es para mi. Diego lo escribió.
— Yo también lo pienso.
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La fuerza de tus palabras (Editando)
Chick-LitMartha tiene treinta años y una niña de dos, está casada, escribe novelas y trabaja como caguro para su vecina. Su vida sigue tranquila, aunque ella no fuera feliz, hasta un día en que su marido dice tres palabras horribles: Tenemos que hablar.