Capítulo 23: Conviviendo con el enemigo.

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-¡Enano!

-¿Mande?

-¡Guau!

Esto no puede seguir así...

Después de ver como Ian acariciaba al perro, me sentí la persona más tonta del mundo al ponerme celoso de un perro, pero de verdad que no podía evitarlo. Si al menos el perro se llamara de otra manera...

No dormir en la misma cama que Ian me dolió muchísimo. Yo quería tener relaciones, seguir donde lo dejamos en la oficina. ¡Maldito perro!

-Le estoy hablando al perro –contesta Ian dejando un tazón de croquetas en el piso para que el cachorro comiera. Mientras que yo seguía esperando a que Alma terminara de cocinar.

-Ah –contesto mirando por la ventana el día nublado. Debe de estar haciendo mucho frío afuera.

Me pregunto si Ian...ya me querrá aunque sea un poco...

-Aquí está tu desayuno, príncipe –dice Alma dejando un plato frente a mí y dándome un beso en la frente.

Me recuerda a mi madre. Voy a llorar.

Regresa al comedor con otro plato para Ian y después se va dejándonos solos en el comedor.

Desayunamos en silencio, de vez en cuando siento la mirada de Ian viéndome pero lo ignoro. Estoy muy enojado con él.

Cuando terminamos de desayunar, me levanto llevándome los platos de ambos, los lavo y los coloco en su lugar. Regreso para terminar de alistarme para ir a trabajar pero me topo a Ian sentando en las escaleras jugando con el chucho.

-Con permiso –digo de mala gana. Ian se me queda viendo mientras que el perro lo mira con amor.

En esa pequeña distracción el perro lame los labios de Ian, mi cara se abre en sorpresa.

-¿Me dejas pasar? –digo enojado mientras Ian se ríe diciéndole que "No" al perro.

-Claro, pasa –se hace a un lado con el perro en manos –No, Enano. No me beses, me haces cosquillas.

-Tch –susurro para subir las escaleras dando unas enormes zancadas hasta mi habitación y después azoto la puerta.

Agarro mi gabardina negra y una bufanda guinda. Mi portafolio y unos guantes de piel.

Bajo las escaleras, viendo que Ian ya trae sus cosas y me espera en la puerta del elevador.

¡El perro no está!

Me acerco a él y lo abrazo hundiendo toda mi cabeza en su pecho. El acaricia mi cabello. Joder que yo no soy el perro.

-¿Estas celoso de un cachorro?

-¡CLARO QUE NO! –grito separándome de él y entro al elevador. El me sigue con una pequeña risa burlona.

Por lo menos el perro no va a trabajar con nosotros.

-Buenos días Sasha –decimos Ian y yo al mismo tiempo.

-Buenos días señor Levidier. Buenos días Sebastian –sonríe en complicidad y yo le hago un gesto para que se calle –Señor Levidier, arriba se encuentra Jennifer esperando para darle las llaves.

-¿De qué...? Oh...ya veo. Muchas gracias –Ian sonríe y se despide de ella, yo nomas lo sigo.

-¿Llaves de qué? –pregunto cuando las puertas del elevador se cierran.

-Ya lo veras –se acerca y me da un beso casto en los labios, se separa de mi justamente cuando las puertas del elevador se abren y se llena de personas con muchos papeles.

Es tan difícil amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora