Capítulo 29: Los hermanos Levidier (Ian)

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− ¡Feliz cumpleaños, hermano! –volteo a ver a Scott y el muy idiota me trae un pie de manzana con dieciocho veladoras.

− ¿Era necesario esto? –pregunto dejando mi cigarrillo en el cenicero, apagándolo.

−Sí, también es necesario que dejes de fumar, es asqueroso –deja el pastel en la mesa y me abraza –Feliz cumpleaños Ian.

No puedo describir la felicidad con palabras, así que simplemente lo abrazo fuerte susurrando un "gracias". Amo a mi hermano.

−Mira, sé que casi todo el tiempo me comporto como un hermano sobreprotector diciéndote las cosas que puedes hacer y cuales no –pongo los ojos en blanco y me da un manotazo en el brazo que me hace tener que sobarlo por el dolor –Entonces, he decidido que hoy, por ser tu cumpleaños dieciocho, por haber pasado el examen a la universidad y que nuestros sueños de tener nuestra empresa juntos está cada vez más cerca...

Le hago un gesto con la mano para que pare. Tanta palabrería me está mareando.

−Scott, ¿puedes decirme lo que quieres decirme un poco más resumido? –me cruzo de brazos observándolo con mi peor cara.

−Eres un amargado Ian, te van a salir canas antes de tiempo.

−Cállate estúpido y dime que planeas.

−Te voy a llevar a ese asqueroso lugar que me dijiste el otro día, al bar. Te prestaré dinero para que puedas apostar y beber un poco.

Lo miro con los ojos abiertos y lo abrazo dándole un beso en la mejilla.

−Pendejo, eres el mejor hermano del mundo.

−Lo sé –dice quitándose mi beso de la mejilla con un "puaj, que asco".

Me río y lo abrazo y beso de nuevo.

− ¡Es noche de fiesta! –grito subiendo las escaleras a mi habitación para buscar que ponerme, pero antes me regreso por mi pie − ¿Te vas a acostar con chicas? –pregunto con el pie en la mano y quitándole las veladoras.

−No lo sé. Puede ser –hace cara de pensador y le doy un buen golpe en la cabeza.

−Deja algo, que con esos ojos verdes tan raros las enamoras a todas.

−No las enamoro, nomás quieren sexo.

Me le quedo viendo feo cuando pone cara de pervertido. Como lo odio.

−Idiota –digo subiendo las escaleras riéndome –Algún día tendrás que enamorarte y vas a sufrir Scott Levidier.

− ¡Tú vas a sufrir aún más corazón de hielo!

− ¡Soy un Levidier después de todo! –nos gritamos ya que sigo subiendo las escaleras y me meto a mi habitación para prepararme para la fiesta.



Unas cuantas horas después salgo vestido de mi habitación y me encuentro con mi madre en las escaleras, ella me felicita y me da un regalo. Le doy las gracias y me tiro al sillón para abrirlo en lo que espero a mi hermano.

Me desespero de no poder quitarle la cinta y rasgo todo el papel. Es una caja grande, por lo que supongo debe ser un regalo grande, me desespero y rompo la caja para encontrar dentro otra caja. ¿Qué demonios?

Escucho pasos acercándose y Scott se deja caer a mi lado viendo la caja con una sonrisa.

− ¿Puedes creer que mamá me regalo una caja? –le digo alzándola y dándome cuenta que adentro hay otra cosa.

Es tan difícil amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora