Capítulo 15: Una casa llena de recuerdos.

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Despierto y me voy a mi habitación a buscar la ropa que usare al salir de casa, veo a Ian durmiendo y sonrío... se ve un hombre bueno cuando duerme.

Salgo y camino descalzo por el pasillo hacía mi habitación y al llegar entro corriendo para buscar ropa. No puedo perder mucho tiempo.

Al salir de la ducha, me cambio con ropa informal, ya que no voy al trabajo, pero hace frío así que me pongo una manga larga guinda, un pantalón negro y unos vans del mismo color.

Bajo a desayunar al llamado del olor de la comida, para darme cuenta que ya está servida y ya hay un Ian sentado frente a su plato con el periódico en la mano. Me siento en mi lugar y saludo a la señora Robinss en la cocina.

-Buenos días, señor Levidier.

-Buenos días, Reid –dobla el periódico de nuevo y lo deja a un lado –Provecho –dice para empezar a comer, con una ligera sonrisa en su rostro.

-Igualmente.

Comemos en total silencio pero debajo de la mesa, Ian me pisa constantemente el pie, para molestarme, haciendo que a veces suelte mi comida por el dolor y por la risa.

Al final, logro terminar mi comida, me levanto de la mesa y dejo los platos en su lugar para ser lavados más tarde por la señora Robinss.

-¿En qué te vas a ir enano? –dice Ian recargado en la barra de la cocina.

-Buena pregunta...

-¿Sabes manejar? –camino hasta rodear la barra y llegar su lado.

-Tengo licencia ¿eso cuenta? –le digo burlón.

-¿Quieres que te preste un auto? –me agarra de la cintura y me aferra a él.

-¿De verdad? Sería de mucha ayuda.

-Entonces... elige el que quieras, pero debe de regresar exactamente como te lo regrese ¿oíste?

-A sus órdenes jefe –finjo un saludo militar y me burlo de él sacándole la lengua a lo que él la atrapa en su boca.

No reacciono de la sorpresa hasta que lo siento apretarme más contra él y yo le sigo el beso con la misma intensidad que el a cómo puedo. Ian es demasiado intenso.

-Ian... -susurro al momento en el que me suelta por la falta de aire.

-¿Mande?

-Debo irme ya, o de verdad no voy a querer irme nunca.

-Pues no te vayas –empieza a lamer mi cuello y lo alejo rápidamente.

-No hagas eso, de verdad tengo que ir.

-Está bien, ¿Qué auto quieres?

-El Audi –se ríe ligeramente y saca su celular.

-Ya viene Spears –anuncia. Al momento llega Spears y se para a un lado y un poco atrás de mí.

-Spears, el joven Reid, viajara y necesita un auto, por favor aliste el Audi.

-¿Quiere que lo lleve?

-No, él se llevara el auto.

-Pero...

-Entiendo que ese sea el auto que tú siempre usas para transportarnos, pero es el auto que él se quiere llevar, así que tenlo listo.

-Como usted diga, señor Levidier –dice Spears antes de irse por donde vino con una cara de pocos amigos, que me lanza desde lejos. Lo siento señor Spears pero yo quiero ese auto.

Es tan difícil amarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora