Capítulo 17

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Cuando regresan a la casa de la montaña, Kate le echa las culpas a Rick de las pisadas de barro que hay en la entrada, y se pierden en el interior de la vivienda. Él, aunque niega que esas pisadas sean suyas, sonríe al descubrir que ella le reprende por algo tan natural como eso. Es una tontería, pero no puede evitar sentirse feliz. Le agarra de la muñeca y tira de ella hasta acercarla completamente a su cuerpo. Ella le sonríe y ese geste le vuelve loco. Agarra su cara entre sus manos y le besa con suavidad.

Carraspea y la aparta de su lado antes de que ella sienta la erección que amenaza con marcar los pantalones de él y se sienta incómoda.

Ahora es ella la que le sonríe y le dice que va a darse una ducha de agua caliente. Él asiente y piensa que podría ponerse a trabajar un rato en su ordenador. Esa tarde con Kate al otro lado del lago le ha inspirado.

Cuando se dirige a su dormitorio y ve que el ordenador no está encima de la cama, se le acelera el corazón unos segundos. Echa un rápido vistazo al dormitorio, comprobando si algún otro objeto está fuera de su lugar, descubriendo que no es así.

-¿Kate? – la llama desde la puerta del baño.

Ella no le responde, pero puede escuchar su voz bajo el agua, está cantando.

Se dirige al salón y suspira, aliviado, al descubrir que su ordenador está allí. Sin embargo, esa tensión que ha sentido en sus hombros segundos atrás reaparece. Está seguro de que él había dejado su portátil sobre la cama antes de irse al lago. Lo sabe porque ha esperado allí con él mientras Kate buscaba en el armario qué ropa ponerse.

Su corazón se acelera todavía más cuando recuerda las pisadas de barro en la entrada de la casa. Está seguro de que no ha sido él. Las pocas veces que ha salido de casa, se ha limpiado los zapatos en el felpudo de la entrada.

Corre hasta la cesta de picnic que había preparado esa mañana, y coge la pistola de Kate. Con suerte se ha llevado con él la placa y la pistola, de no ser así quizás hubiesen desaparecido.

Revisa con cuidado cada estancia de la casa, comprobando que no hay nadie allí. Tampoco encuentra nada revuelto o fuera de su lugar.

Golpea con sus nudillos en la puerta del baño y Kate le abre con una toalla enredada al cuerpo. Su pelo mojado cae sobre un lado de su cuerpo mientras un montón de gotas siguen un camino sin rumbo por su cuello. Acaba de salir de la ducha y él tiene que hacer grandes esfuerzos para concentrarse en lo que le iba a decir.

- ¿Qué haces con mi pistola, Castle? – pregunta ella al bajar la mirada y ver que Rick está sosteniendo su arma entre las manos.

Las arrugas formadas a los lados de los ojos de él le dicen que algo no va bien.

- ¿Has tocado tú mi ordenador antes de irnos? – pregunta él, asegurándose de que no se ha vuelto paranoico.

-No… No. No lo he tocado – asegura ella.

-Alguien ha estado aquí – dice él, casi en un susurro.

- ¡¿Qué?! Castle…

-He comprobado la casa de arriba abajo, quien quiera que sea no está aquí ahora. Pero las manchas de barro, y mi ordenador estaba en otro lugar...

-Pero…

-Tenemos que irnos de aquí.

Ella asiente, casi de manera automática. Si alguien ha estado allí…, si alguien sabe que ella está allí. Que ellos están allí…

Se viste en tiempo récord mientras Castle mete las pertenencias de ambos en su maleta.

Se aparta el sudor de la frente y revisa si se deja algo. Quizá están siendo algo paranoicos al huir de esta manera. Quien quiera que haya sido ni siquiera se ha molestado en cubrir sus huellas. Tal vez solo querían asustarlos, hacerles saber que saben dónde están… Pero de todos modos no puede arriesgarse. No va a permitir que Kate esté de nuevo en peligro. Y menos ahora que ellos por fin han encontrado la manera de estar juntos.

Grasping to controlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora