Capítulo 2

278 23 1
                                    

N/A: Muchas de las dudas que tenéis se irán resolviendo poco a poco a lo largo de los capítulos, o eso espero, que se entienda.

Intentaré también no decepcionar y actualizar "seguido".

.
Observa a Kate desde el marco de la puerta. Observa sus ojeras, su visible pérdida de peso, el vacío en sus ojos… Ella está sentada, mirando a la nada, como si un punto cualquiera en la pared hubiese captado toda su atención.

Rick se acerca a ella, haciendo que se sobresalte y se aparte de él.

-Solo quiero… - él señala la colcha, de manera inocente.

Ella no dice nada, se mantiene en silencio, pero, por primera vez, ve miedo en sus ojos color avellana. Un miedo que no había visto antes, no al menos con él.

-Deberías tumbarte y descansar, ha sido un viaje largo y apenas has dormido – le explica él, retirándose hacia atrás para dejarle espacio.

Kate lo observa, en silencio, como ha estado desde que la sacó de ese psiquiátrico. Rick decide dejarle espacio, seguramente necesite tiempo para recuperarse de esto, y se encamina hacia la puerta.

-Buenas noches, Kate – dice cuando llega al marco de la puerta.

Apaga la luz y observa, tranquilo, cómo Kate se tumba sobre la cama, tapándose con la colcha de ésta.

Cuando entra al salón se agacha frente al mini bar hasta dar con una botella de whisky. No la ha comprado él, es un pequeño obsequio del propietario de aquella vieja casa, después de que Rick le diese varios cientos de dólares más con tal de que su nombre no apareciese en ningún contrato.

Se sirve la bebida de color ámbar en un pequeño vaso y se dirige con él hasta los ventanales del salón. Cold Lake parece ser un pueblo tranquilo. Desde allí se pueden ver todas las casitas del pueblo, y al fondo, el gran lago que le da nombre. Durante la noche solamente se ven puntitos amarillos que iluminan las casas, pero igualmente a él le parece bonito. Y no solo bonito, sino que parece silencioso y seguro. Eso es precisamente lo que necesita Kate ahora. Necesita estar a salvo, y necesita descansar, recuperarse.

Ha sido un largo camino hasta allí, pero como le dijo su madre un día… el amor es arriesgarlo todo por la persona que amas. Y eso es lo que ha hecho él, ha dejado de lado sus libros, su hogar, su familia… Aun sabiendo que quizás su amor no es correspondido, que todavía no se ha arriesgado a decirle lo que siente…

Se lleva la mano al bolsillo trasero de su pantalón y agarra su teléfono móvil. Se trata de un teléfono de prepago con el que espera no ser identificado. Marca nueve dígitos que se sabe de memoria, y se lleva el aparato a la oreja.

-¿Diga?

Se mantiene en silencio durante varios segundos, seguramente abrumado por las diferentes sensaciones, además de la culpabilidad, al escuchar la voz de su pequeña. Porque aunque Alexis ya tiene diecinueve años, para él siempre será "su pequeña".

-¿Quién es? – repite ella, inquieta.

-Alexis – dice él, con miedo a que ella corte la llamada.

-¡¿Papá?! ¿Dónde estás? ¿La has encontrado? ¿Por qué no has llamado antes, sabes cómo nos tienes a la abuela y a mí?

-Lo sé, lo siento – dice, dejando el vaso de whisky a un lado, rascándose la incipiente barba que cubre su mentón – Kate… está conmigo.

-¿Cómo está?

-Está a salvo.

-¿Y dónde estáis, cuándo vais a volver?

-Alexis, es… complicado.

-Papá… - insiste ella.

-Canadá.

-¡¿Canadá?!

-Escucha Alexis, lo siento, no… no sé cuándo voy a volver, no sé cuánto tiempo le costará recuperarse de esto, y no quiero ponerla en peligro.

-No te preocupes por nosotras. La abuela está conmigo, estamos bien.

-Alexis yo… lo siento.

-Solo cuida de ella, ¿vale? No dejes que se te escape esta vez.

Castle es incapaz de no sonreír al escuchar las palabras de su hija. A pesar de que seguramente a Alexis no le emociona la idea de estar un tiempo sin su padre, pues siempre han estado muy unidos, sabe lo importante que es Kate para Castle, y lo importante que es para él poder ayudarla.

Tras despedirse de su hija desconecta el móvil y se dirige a la ducha. Después de un largo viaje él también necesita descansar y ordenar sus pensamientos.

Se mueve por la habitación en silencio. No entiende por qué le han cambiado de lugar, no entiende qué ha pasado. Sin embargo, por algún extraño motivo, se siente más tranquila que antes.

Su nuevo captor es más amable. O al menos no intenta propasarse con ella, y de momento no le ha dado ninguna descarga de electroshock. Su cama ni siquiera tiene correas.

Solo necesita encontrar el mejor momento para huir de allí. Aunque no sepa dónde está, encontrará un lugar para huir o esconderse durante un tiempo. El tiempo suficiente para que crean que le han perdido la pista.

Sin embargo… debería esperar a recuperarse. Apenas le quedan fuerzas después del infierno que ha pasado. Y si éste nuevo captor se limita simplemente a mantenerla encerrada, podrá recuperar las fuerzas suficientes para ser capaz de escaparse y mantenerse a salvo durante un tiempo.

Vuelve a tumbarse en la cama cuando siente que la cabeza le va a explotar, y casi de inmediato se queda dormida.

Grasping to controlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora