Lo siento, pero creo que sientes algo por ella.

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Al día siguiente despertar me es mucho más fácil y ya no tengo la sensación de que mi mundo se rompe en pedazos frente a mis ojos sin poder yo hacer nada.

Me pongo un mono de pantalón largo negro y unas sandalias también negras; me recojo mi melena violeta en un moño desordenado y decido pasar de las lentillas y ponerme mis gafas. Ahora mismo mis gafas de culo de vaso y de pasta negra me vienen de perlas. 

Es verdad que estoy mejor. Mucho mejor. Pero quieras que no todavía he llorado algo esta noche, y con las gafas y un poquito de corrector para las ojeras es algo menos de lo que preocuparme.

Cojo mi mochila y bajo a desayunar revisando mi móvil. 

Todavía no he contestado los mensajes que Shin me envió anoche y al volver a leerlos sonrío levemente y apago la pantalla de mi teléfono planeando contestarlos luego.

Cuando llego a la cocina sólo están papá y Claire corriendo por toda la estancia con prisas. Ni siquiera se dan cuenta de que estoy allí hasta que carraspeo. Los dos levantan la vista de sus respectivos papeles y, después de mirarme unos instantes sorprendidos y sin verme realmente, me sonríen a la vez. No puedo evitar una sonrisa enorme y divertida.

 Son adorables.

Ellos vuelven a lo suyo y yo abro la nevera en busca de algo para devorar. O desayunar.

Veo la macedonia que preparó Andrew ayer y decido que devolverle el favor es una buena forma de agradecerle por todo lo de ayer. 

Cuando he preparado mi desayuno y el suyo subo a buscarlo.

 Claire y papá ya se han ido a trabajar y si no lo despierto yo no parece que vaya a salir de su cuarto.

Toco a la puerta varias veces y cuando llevo más de diez minutos esperando y voy a abrir, Andrew abre de golpe y casi me caigo. Cuando recupero el equilibrio le sonrío amablemente.

—Hola. Te he hecho el desayuno. Es un gracias.

Él me muestra una sonrisa egocéntrica y una mirada de desdén y burla y pasa de largo. 

Al llegar yo a la cocina él ya está comiendo y no me dirige la palabra. No hasta que mi móvil vibra sobre la mesa y se lee en la pantalla: "Un mensaje de Lee...esto...Shin".

—Oye, tú.¿Ahora también te lías con chinos?—no me gusta nada su tono. Y tampoco entiendo el porqué lo utiliza ahora.

Carraspeo molesta pero contesto. No pienso dejar que algo afecte a mi positividad ahora.

—Primero—digo y alzo mi dedo índice—:es coreano. Y segundo—levanto otro dedo—: a pesar de que no tengo que darte explicaciones de nada, no me he liado con él. Ni con nadie.

Él eleva una de sus cejas con escepticismo pero se calla y sigue comiendo.

Cuando su amigo llega a por él y lo ve Andrew sale sin dirigirme una palabra ni una mirada y yo le sigo, dispuesta a echar a andar al instituto. 

—¡Hey! ¡Mel!—me giro y me encuentro a Michael mirándome sonriente.—¿Te llevamos?

Sonrío y cuando voy a aceptar su oferta Andrew niega con la cabeza. Tanto su amigo como yo nos quedamos parados esperando una explicación para ese movimiento.

Entonces sonríe burlón y me mira directamente a los ojos. 

—Lo siento—dice fingiendo un puchero todavía con esa mirada burlona sobre mí.—, no puedes venir.

—¿Por qué?—digo antes de pensarlo siquiera. No entiendo su cambio de comportamiento tan repentino y sin aparente motivo.

—Porque no quiero.—se encoge de hombros y con un movimiento rápido le indica a su compañero que arranque.



POV Andrew

Mike no abre la boca hasta mitad del trayecto. Aunque preferiría que no lo hiciera.

—¿Me puedes explicar qué demonios ha sido eso?—aunque lo dice bastante tranquilo yo lo conozco de sobra y sé que está algo enfadado.

—Nada.—contesto y me encojo de hombros mirando por la ventana con indiferencia. Mike me golpea en el hombro y bufa.

—Esto no tendrá que ver con lo de ayer, ¿no? 

—Qué de ayer.

Sé de sobra a lo que se refiere y él sabe que lo sé. Rueda los ojos y sigue hablando:

—Mira Drew, no te voy a mentir. Sabes que nunca te hago eso. Lo chicos te molestaron en la cena con sus preguntas sobre si te gustaba o no tu nueva hermana y, aunque como lo hicieron no era la forma correcta, creo que no les faltaba razón.—hace una pausa pensado cómo seguir. Aunque no lo parece él es mucho más maduro que yo. Aunque es bromista y juguetón, a la hora de la verdad y cuando es realmente necesaria la seriedad y la sensatez es en él en quien se debe confiar.—Ayer ella estaba mal y tú no fuiste capaz de dejarla sola. Es más...la cuidaste, tío. ¿Desde cuándo has hecho tú algo así? Ni siquiera con tus novias. Nunca te has preocupado realmente por ellas. Jamás. 

>>A eso sumémosle que hace unos días os odiábais. Y, tienes que reconocerlo, antes de que te dijeran nada estabas la mar de contento. Solamente habiendo cuidado de una chica con un corazón roto. Sólo te has enfadado porque te has dado cuenta de que de verdad puede que te guste. Sinceramente, es lo más probable, amigo mío. Lo siento, pero creo que sientes algo por ella.

—No siento nada por ella.—mi voz vacila un poco y me maldigo a mí mismo—No es mi tipo. Lo sabes de sobra.

Él se ríe y aprieta el volante. No sé e qué momento pero ha aparcado a un lado de la carretera.

—No te hagas el tonto. Alguien que no sea "tu tipo"—hace comillas con los dedos—te puede gustar.—Suelta el volante y se gira para mirarme directamente—Pero eso no importa, ella no tiene la culpa de que tú te enfadaras ayer contigo mismo y con lo que sientes o dejas de sentir. No puedes tratarla así. Mucho menos después de que pareciera que habíais hecho las paces o algo por el estilo. No puedes desahogarte con ella cada vez que haya algo nuevo e tu vida. Cada vez que algo nuevo te dé miedo. Aunque ella sea la causa.

Dios, odio tener un mejor amigo ta maduro y con tanta labia.

Lo miro sin saber muy bien qué contestar. Al final me doy por vencido y resoplo asintiendo levemente.

—Anda, arranca, Doctor Amor.

—Entonces reconoces que va de amor, ¿eh?

Le doy un codazo y ambos reímos.


Al llegar al instituto observo que la mayoría de los alumnos miran con curiosidad a algo frente a las puertas del edificio. Sigo con la mirada la trayectoria hasta toparme con un chico alto de pelo negro que habla con alguien más bajo que él. No puedo ver a la otra persona y tampoco soy capaz de escuchar de lo que hablan.

Miro a Mike y ambos asentimos. Nos hacemos paso a través de los alumnos y llegamos a una zona en la que podemos ver y oír a la perfección lo que ocurre.

Lo primero que distingo es al mejor amigo de Mel-creo que Murray-, pero no doy crédito. Se ha tintado el pelo de negro y, vestido todo de negro, mira hacia con quien mantiene la conversación con asco y una mirada bastante intimidatoria. 

—Tengo algo de lo que hablar contigo, bicho.—escupe con rabia.

Cuando miro a la derecha veo a Mel con una cara entre pánico y pura tristeza. Se la ve...destrozada y asustada. Pero sobretodo, la mirada completamente carente de esperanza y valor con la que observa al ahora pelinegro hace que me duela el pecho. Como si algo me estuviera estrujando el corazón.




HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora