Vámonos

65 3 3
                                    

POV Mel

—Tengo algo de lo que hablar contigo, bicho.

No sé qué hacer ni qué decir. Solamente quiero desaparecer ahora mismo. Quiero que el suelo bajo mis pies se abra en dos y me trague la tierra. Lo más literalmente posible.

Por si no fuera lo suficientemente malo, muchos  alumnos están a nuestro alrededor observando la escena. La verdad, no soy muy consciente de ello, pero lo poco que lo soy sólo sirve para que esté más nerviosa y avergonzada.

Nick, quien ahora ha cambiado su estética a una gótica, me coge del brazo y me arrastra hasta su coche.

Entiendo que esté molesto conmigo habiéndolo descubierto todo. Creo que cualquiera lo estaría. Pero no sé hasta qué punto puede culparme sólo a mí.

—¿De qué quieres hablar?—pregunto en un susurro. No me atrevo siquiera a levantar la vista de mi regazo. Tengo mucho miedo. La verdad es que estoy aterrorizada. Llevo tantos años apoyándome en Nick, enamorada de él y escondiendo mis sentimientos por el bien de nuestra amistad. Pero ahora, simplemente lo sabe todo. Y no me puedo creer cómo está reaccionando. No me lo esperaba. Para nada. Y debo decir que, aunque sé que no tengo el derecho par ello, estoy algo decepcionada.

—Calla. Déjame conducir tranquilo. 

Unos veinte minutos más tarde llegamos al parking de un restaurante que está copletamente desierto.

No hablamos pero el suspira, bufa y ríe sarcástico. Entonces, abro la boca. Ojalá no lo hubiera hecho.

—Nick...—comienzo—, entiendo que esto es duro y que te ha pillado desprevenido pero, por favor, no lo destroces todo. No destroces tu presente y tu futuro. Sobretodo, no te destroces a tí mismo. Por favor. Sé que yo no significo mucho para ti. Sé que hasta ahora era tu amiga y, aunque ahora todo eso cambie, hazlo sólo por los momentos felices que hemos pasado. No me podrás decir que no existen.

Él guarda silencio mirando al suelo. Aprieta la mandíbula y cierra los ojos, conteniéndose. Finalmente, me corrige: 

—Existieron.—levanta la cabeza y me mira directamente a los ojos—Eso es verdad. Pero es obvio que o significan lo mismo, nunca lo harán. Ya no dejan un sabor de boca agradable al recordarlos.—hace una pausa, sin dejar de sostenerme la mirada, para pensar cómo continuar— Estoy tan enfadado contigo. ¿Por qué me está pasando esto a mí? ¿Qué podría ver Maddison en ti que no vea en mí o sea mejor, incluso, que en ti? No lo entiendo.

Eso me hace hervir de rabia. Todavía es capaz de decir ese tipo de cosas como si él fuera la única víctima.

—¿Desde cuándo eres así? Tú no eres así.—digo incrédula.

—Así, ¿cómo?

—Así de egoísta. De poco considerado.—hace un gesto de desdén, como si fuera una molestia el simple hecho de tener que escucharme—Es verdad que la persona que te gusta tiene a alguien más que ya le gusta y, para rizar el rizo, yo estoy enamorada de ti. Debe de ser duro, pero no es nada justo que por eso actúes como que para Madd y para mí no lo es.

Él está boquiabierto. Por fin, desde hace cuatro días, su mirada no es puro odio y no tiene el ceño fruncido. 

Me descoloca el hecho de que reaccione así.

—Espera...¿estás enamorada de mí?—me señala y ladea la cabeza. Yo no sé qué contestar. ¿Él no lo sabía? 

Ahora la boquiabierta soy yo. 

Y entonces, empieza a reírse. De verdad. Alto y sinceramente. Le hace gracia pero no está contento para nada.

—¿Qué clase de culebrón barato es este? ¿Y la cámara oculta?—cuando está dejando de reír, suspira—Mira, no sé si esperabas que algo pasara entre nosotros, pero no va a ocurrir. Nunca. Te diría que lo siento, pero no es verdad. Al principio creo que si que te quería mucho como amiga, pero con el tiempo me fui cansando de ti. Eres molesta y estás siempre triste, enfadada y decepcionada contigo misma. Estar a tu alrededor no es agradable. Creo que hace ya más de dos años que sólo te aguanto para estar cerca de Maddison. Y, ahora, ya no hay ningún motivo para soportarte ni un segundo más. Pensaba ser mucho más cruel contigo, pero como estás enamorada de mí...creo que me contendré. Dame las gracias luego. Convenciendo a Madd de que soy buen tío. Aunque no lo soy.—se ríe otra vez—Bien, en vez de soltarte un rollo sobre todo lo que haces que es extremadamente molesto, te voy a ayudar. Te diré lo que tienes que cambiar para que no te abandone todo el mundo. Sé que tienes un trauma con ese asuntillo.

HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora