Arreglos y preparativos

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—¡Tía Emma!—grita Maddie cuando entramos por la puerta de una peluquería pequeña de su barrio. Es pequeña y algo cutre pero muy acogedora.—¿Estás? ¡Traigo una clienta!

Voy a replicar por que sé que se refiere a mí y no hemos hablado nada de peluquerías, sólo nos ha cogido a Camila y a mí, nos ha llevado a comer y nos ha traído casi corriendo hasta aquí sin decir una palabra. Antes de que pueda decir nada llega una señora muy guapa aunque algo rellenita y con un pelo verde precioso.

—¡Buenas!—nos saluda la mujer y se acerca a darnos abrazos y besos a las tres. Se acerca a mí y me inspecciona el pelo con el ceño fruncido.—No voy a preguntar qué ha pasado o qué te ha hecho elegir teñirte el pelo así, pero creo que ya tengo algunas ideas.

Antes de que Emma siga contándome lo que planea hacer con mi pelo su sobrina la interrumpe y con una sonrisa traviesa se lleva a su tía y a Mila a un lado. Cuchichean sobre algo unos segundos y vuelven sonriendo de oreja a oreja las tres.

—Dais mucho miedo. Sólo como información...—digo cada vez bajando más y más la voz.

Madd y Mila se acercan, me cogen en entre las dos y me sientan en una de las sillas donde cortan el pelo a los clientes. Incrementa mi odio hacia mi baja estatura. Me tapan los ojos con algo y me sujetan las manos cuando voy a retirarlo de mi vista.

—Confías en nosotras, ¿verdad?—dicen a la vez cada una a un lado de mi cabeza.

—No.—respondo inmediatamente intentando que me suelten.

—Pues deberías.—dice Madd algo indignada—Vamos, déjate arreglar. Estás horrible, de verdad. No quiero mentir a una amiga.

Camila ríe y yo bufo.

—Va, no te enfades, peque. ¿O debería llamarte bicho?—en cuanto Camila menciona el apodo por el que Nick me llama dejo de pelear y bajo la cabeza cubriéndome con el pelo el terrible sonrojo que me ataca de golpe.—Ya verás que Nick se va a quedar embobado. Vas a estar preciosa.

—Más preciosa todavía.—añade Maddison—¿Vas a confiar en nosotras, bicho?—dice burlona y aunque no la veo sé con exactitud que tiene una sonrisa burlona en su cara. Parecido a Andrew...

¡Espera, espera, espera! ¿Por qué malgasto siquiera valiosos segundos en pensar en él? Bah, da igual, volvamos al tema.

Yo bufo y asiento.

—¡De acuerdo! Un pequeño detalle: vas a estar con lo ojos tapados hasta que mi tía Emma termine su obra de arte, y después nos invitarás a Mila y a mí a un batido de chocolate y nata para agradecernos que te salváramos el pellejo.

Quiero quejarme pero enseguida noto que me arrastran a una de esas sillas en las que te lavan el pelo. Emma me lava el pelo varias veces, me echa algún que otro potingue y yo me relajo casi hasta dormirme cuando empiezo a oler a vainilla. Adoro la vainilla. No tanto el sabor, pero el olor me encanta.

—Mel, tienes que cambiarte de silla.—me susurra Madd al oído y yo me sonrojo por la vergüenza de casi quedarme dormida en la peluquería.

—Claro, perdón.—contesto y me levanto. Madd y Mila me guían hasta la otra silla y oigo como Emma busca algo en la trastienda. 

Antes de empezar a secarme el pelo me corta las puntas. Echándome un montón de productos me seca el pelo mientras explica que son para que el secador no me queme el peo mucho.

—¿Estás lista?—dice Mila muy animada—Estás guapísima, Mel. Me encanta.

—Me encanta. Mi tía siempre me ha hecho los cortes de pelo y me lo ha tintado pero creo que nunca me había quedado nada de lo que me haya hecho tan bien como a ti.—añade Maddie

HermanastrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora