Capítulo 10 Comienza el viaje

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Cap. 10 Comienza el viaje


Tras seguir a aquel Conejo Blanco comenzó a pensar con bastante sorpresa:

- ¿Qué es lo que estoy haciendo ¿ ¿Qué fue lo que me motivó a venir detrás de él?

Trató de hacer una pausa para entender la gravedad de lo que podía sucederle. Había dejado a Madison a la expectativa de una respuesta. Y ésta vez pensaba no tardaría tanto en contestarle.

Pero no tuvo tiempo de pensar lo suficiente...comenzó a caer hacia el fondo de la madriguera del conejo. El lugar le parecía conocido. Era un hueco tan profundo que semejaba verdaderamente un túnel. Pero curiosamente ya no le asustaba. Era como si supiera qué había del otro lado. Sin embargo, estaba lejos de saber lo que realmente estaba abajo.

Pasó por el túnel y encontró a su paso trozos de metal, pasto, ramas, animales ponzoñosos, serpientes, toda clase de alimañas...frascos de mermelada podrida, potes de miel echada a perder, olor putrefacto, telas rotas y roídas, llaves oxidadas y huesos de animales. No recordaba hacer visto algo así en mucho tiempo.

Cuando terminó de caer se encontró en un salón alto y con piso terminado en loseta en forma de ajedrez. Aquella conformación sólo lograba enmarañar más su mente y provocarle un mareo y una ilusión óptica difícil y dolorosa. Cuando reaccionó el lugar no era tan conocido como ella pensaba.

Avanzó un par de pasos y se encontró frente a un cúmulo de puertas. Pero ésta vez vio puertas en diferentes conformaciones. Unas estaban bien alineadas, con sus chapas invitando a ser abiertas como toda puerta común, pero otras tenían conformación inclinada, con picaportes retorcidos y desvencijados, con ojos de cerradura enmohecidos y oxidados. Aquel lugar tenía un matiz más tétrico que lo que podía recordar.

Por un momento suspiró. Creyó que tenía en sus manos la clave. El sueño tenía mucho de no venir a su mente, pero recordaba algunos detalles, viéndolo bien.

- Ahora tengo que ubicar la puerta que se abre.

Revisó entre todas y ninguna parecía abrir. Revisó sobre la mesa y sonrió con satisfacción.

- Vaya...después de todo esto no va a resultar tan crítico.

Se apresuró a tomar la llave y empezó a revisar todas las chapas que podía. Pero ninguna parecía ser la correcta hasta que reparó en una llave doblada. Entonces la tomó. Esa abría una puerta que estaba en posición lateral.

- ¿Y ahora...cómo voy a pasar por ahí?

La estatura que se requería no era tan reducida. Sí se necesitaba ser más pequeño, pero lo más crítico era considerar que se necesitaba tener cuerpo serpenteante para poder atravesar la estrecha entrada.

Entonces descubrió en una botellita algo que decía: Bébeme.

Se preguntaba de qué forma aquel brebaje podía servirle. Pero sin más lo destapó, percibió su hostigoso olor y se dispuso a beberlo. En cuestión de segundos su cuerpo se hizo más delgado para poder pasar por ella. Sin embargo, la llave no podía acomodarla en la chapa por ser ella más delgada. Ya no alcanzaba el orificio de la entrada.

Más abajo había un pastel que decía CÓMEME. Ella lo tomó y lo probó. En cuestión de minutos su cuerpo se retorció fenomenalmente para poder atravesarlo. Pero se había retorcido demasiado de tal manera que parecía más una serpiente que una mujer. Eso la asustó demasiado. Y mordiendo y bebiendo aquellas dos porciones logró tomar la distorsión adecuada para caber por la puerta. Cuando pasó trató de acomodar su cuerpo a la posición normal.

Cuando la obtuvo notó que no era tan pequeña como entonces. Avanzó con cuidado entre los matorrales y lo que encontró la dejó estupefacta.


Demente y Maravilloso AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora