Capitulo 18. Fuego en el hielo

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Ya llevaba una semana viviendo en casa de Fernando, una casa enorme y muy hermosa de la que ya conocía casi todos sus recovecos. Lo bueno de vivir con Fernando era que como tenía trabajo casi todo el día, me permitía andar libremente por la casa, aunque yo no me sentía libre de ninguna manera.

En aquella semana, no había vuelto a tener llamadas de Gherard, es más, como mi móvil era lo único que llevaba conmigo cuando me trajeron de regreso, no tenía cargador y la batería estaba a punto de acabarse. Pero no saber nada de Gherard en aquellos días me estaba viniendo bien para analizar fríamente las cosas.

Al comienzo de esta aventura, Gherard era el hombre al que más odiaba por todo lo que planeaba hacerle a Charlie por su traición y entendía que no soportara el carácter irritante de mi hermano, ni siquiera yo lo soportaba. Sin embargo, y a pesar de lo mucho que odiaba a Gherard, cuando se me ocurrió pensar que hacer el amor con él como cualquiera de sus numerosas amantes, me ayudaría para escapar, me equivoqué. De verdad amaba a Gherard e incluso podía decir que me estaba acostumbrando a su forma de vida tan peligrosa, que me estaba acostumbrando a él y que no quería que lo que empezó siendo una pesadilla terminara porque ahora era un buen sueño. Sin embargo, cuando desperté en New York y mi hermano comenzó a mentir sobre lo que habíamos pasado en Rusia pasaron por mi corazón infinidad de sentimientos. Ahora que estaba de regreso, debería sentirme mejor, pero estar lejos de Gherard era muy complicado, y más teniendo que pasar las noches en la cama de Fernando.  

Fernando… Desde el principio me cayó mal y aunque era agradable, seguía cayéndome mal… Me estaba forzando a casarme con él… Y no podía escapar de la boda porque solo quedaba un día. Lo que no podía comprender es cómo podía haberlo organizado todo. Una boda es algo complejo de organizar, aunque claro, teniendo todos los contactos que tenía, no fue tan difícil.

Incluso había enviado a su hombre de confianza a comprar mi vestido. Aún recuerdo cuando pude salir de aquella casa y aunque fuera a probarme vestidos de novia, pude respirar aire fresco, olvidándome por un momento de lo que se me venía encima. Jon era un chico muy joven, tendría un par de años menos que yo, era un chico muy alto y musculoso, de cabello claro y ojos oscuros, lo que indicaba que era peligroso. Sin embargo, era muy amable conmigo, supuse que era porque sería la esposa de su jefe, pero no hablaba demasiado bien de él, así que también se convirtió en un hombre de confianza para mí, mi confidente. 

Me encontraba observando el vestido que había elegido. Estaba estirado sobre la cama de la habitación que me habían asignado aquella noche que tendría que dormir separada de Fernando. Escuché como alguien llamaba la puerta y al abrir vi que era Jon. Él me sonrió y le di un fuerte abrazo antes de dejarle pasar.

-Hola, ¿cómo estás?

-Te mentiría si te dijera que bien.

-¿Estás nerviosa?

-Y furiosa.

-¿Por qué?

-Voy a casarme con un hombre que no amo. No es la boda que siempre soñé.

-¿Cómo soñaste que sería tu boda?

-Principalmente, en América y con el hombre que amo.

-Bueno… Sabes que no estoy de acuerdo con lo que quiere hacer Fernando, pero tampoco estoy de acuerdo con lo que vas a hacer tú. Disimulas muy bien, Mel, pero algún día no podrás fingir y si Fernando se entera, te matará.

-Tampoco puedo hacer otra cosa. Tú has intentando retrasarlo lo que has podido y te lo agradezco.

-Si te sirve de consuelo… Te ves hermosa con el vestido de novia.

Odio amarte tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora