Capitulo 20. La verdad

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Había pasado casi un mes desde que ingresaron a Jon y por fin iban a darle el alta. Gherard y yo veníamos a verle muy a menudo, pero a veces, me quedaba a dormir y a cuidar de Jon. Ahora, todo podría volver a ser más o menos como antes, aunque aún me quedaban algunos asuntos por resolver.

Al volver a casa, me di un relajante baño. Gherard, mientras tanto, me dijo que tenía que instalar a Jon y encargarse de encontrar enfermeras para sus cuidados. El baño me servía para relajarme y pensar exactamente en cómo hacer las cosas respecto a Gherard. Pero al sentir el peso de un cuerpo entrar en la bañera y ver al hombre que amaba, me distraje.

-Gherard… ¿Qué haces aquí?

-Ya instalé a Jon y me encargué de sus cuidados contratando una enfermera.

-Tienes la facilidad de hacer con rapidez tus negocios.

-Es lo que tiene llamarse Gherard Vlad, nena.

-Ya veo…

-¿Te importa que te acompañe?

Sonreí ante su pregunta pícara y con doble sentido. Me puse a horcajadas sobre él y no pude resistir liberar todo el deseo y la necesidad que sentía por él. Comencé a montarle con suavidad para ir incrementando el ritmo al tiempo que las ganas entre nosotros crecían. En el agua se sentía aún mucho más el placer y eso me excitaba de un modo que casi no podía describir, pero a él debió pasarle igual porque me cogió en brazos y me sacó de la bañera para llevarme a la cama y hacerme el amor con salvajismo, tal y como lo recordaba con él. Me deje llevar, ya que después de esto, no quería dejar pasar más tiempo y ocultarle la verdad, así que disfrute el sexo que él me daba por si era la última vez que él me tomaba así.

Cuando abrí los ojos estaba abrazada al cuerpo desnudo de Gherard que me miraba como si fuera la primera vez que lo hacía y eso me hizo temblar de nuevo.

-Melisa…

-Gherard… tenemos que hablar.

-Sí, claro… ¿Qué sucede?

-Te amo tanto…

-Eso ya lo sé porque yo siento lo mismo por ti. Has cambiado mi vida, Mel.

-Desde luego… Yo también me siento muy rara con todo esto…

-No deberías, solo me haces feliz y yo intento corresponder eso.

-Y lo has hecho, pero…

-Lo que no entiendo es cómo has podido quererme tanto, a pesar de que al principio no te trate demasiado bien y créeme, lamento mucho eso. Pero ahora puedo decirte con seguridad que te amo. 

Sonreí ahogando las lágrimas cuando me dijo eso. Si contemplaba sus ojos grises, su hermosa sonrisa y me decía esas cosas hermosas, jamás podría decirle la verdad. Lo besé desesperada y me coloqué sobre él para volver a hacerle mío, solo mío. Lo amaba y eso siempre sería así, pero… No podía decírselo a la cara, así que había decidido que le dejaría una carta y me marcharía porque lo conocía y sabía que él no perdonaría mi traición… jamás.

Odio amarte tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora