Capitulo 9. Trampa

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No podía creer lo que acababa de decirle. Hacía ya algún tiempo que lo había estado pensando. Seguiría trabajando para él, pero si aprendía a satisfacerlo como hombre estaba segura de que el infierno pasaría mucho antes y él empezaría a confiar en mí, dándome la posibilidad de poder elaborar otro plan más complejo para poder escapar de aquí algún día con Charlie.

Aunque claro, también cabía la posibilidad de que al ser un hombre astuto, Gherard no se dejara engañar y no aceptara el trato y en ese caso, no podría hacer nada, porque si insistiera en eso, sospecharía. Sin embargo, Gherard acarició su mentón mientras parecía meditar esa posibilidad. ¡Se lo estaba pensando!

Esperé con paciencia durante unos minutos, que se convirtieron en los más intensos de toda mi vida, hasta que finalmente, Gherard me miró decidido y supe que ya lo había pensado:

-¿Estás segura de eso?

-Sí, claro.

-En ese caso, a cambio de tu trabajo yo te enseñaré a…

Coloqué mis manos sobre sus hombros para ponerme de puntillas y llegar a besarle. Lo hice con delicadeza, sorprendiéndome a mí misma de lo convincente que quería llegar a ser con Gherard, logrando que cayera en mi red. Gherard me cogió de la cintura para profundizar el beso y me sentí en las nubes. No había olvidado lo bueno que Gherard se mostraba en estas cosas. Solo esperaba no arrepentirme de esta trampa algún día porque si él se llegaba a enterar, estaría muerta no dentro de mucho.

Temblé ante ese pensamiento, pero Gherard lo atribuyó a que eran sus caricias las que me hacían temblar y es que casi sin darme cuenta ambos ya estamos camino a su habitación, casi desnudos y junto al borde de la cama a la que caímos con un movimiento suave al tiempo que Gherard comenzaba a besar y morder mi cuello, haciéndome suspirar sin remedio. Y supuse que era mi momento de demostrarle cuán en serio quería hacerle pensar que quería ir con esto y acaricie su fuerte espalda como si me fuera la vida en ello, para después llegar a su trasero que noté desnudo a mi tacto. Y entonces, sentí un cosquilleo en mi estómago que no supe identificar. Ese cosquilleo aumento cuando Gherard se pegó casi por completo a mí y sentí algo duro sobre mi cuerpo.

-Gherard –jadeé-…

Cuando escuchó su nombre de mis labios, me besó con fiereza para después centrarse en mis pechos, que saboreó lamiendo y mordiendo, al tiempo que yo jadeaba de la sorpresa y él gemía de gusto.

-Eres preciosa, Melisa…

Sabía que Gherard no hablaba en serio, pero quise pensar que sí (solo para hacer más llevadero mi plan), que él de verdad me quería, aunque era ridículo pensar que un hombre como él y una mujer como yo algún día llegáramos a tener algo serio. Acostarme con él era un plan para vengarme. Nada más.

Gemí otra vez cuando noté su lengua en mi zona baja, igual que la última vez. Gherard me agarró del trasero para poder llegar mejor ahí, haciéndome jadear cada vez más fuerte.

-Creo que ya estás preparada para mí –dijo mientras se colocaba entre mis piernas-.

-¿Qué quieres decir?

-Esto te dolerá un poco al principio, pero quiero que lo disfrutes.

En ese momento, cerré los ojos con fuerza al tiempo que notaba que él entraba en mí muy lentamente. Me aferré a las sábanas ante la sensación que sentí en aquel momento que era dolorosa pero soportable. Cuando Gherard estuvo por completo dentro de mí, comenzó a moverse con lentitud y aquello fue como una danza a la que muy pronto me uní, arqueando la espalda y colocando mis piernas en su cintura, dejándome llevar por el placer tan intenso que estaba empezando a descubrir junto a él, haciendo cada vez mucho más intenso el ritmo.

Odio amarte tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora