Cuando sus padres no le dejan más remedio que conseguirse un empleo para ganar dinero, la Sra. Kim le abre las puertas de su casa para que se haga cargo de cuidar a sus hijos por una paga considerable y Minseok, a sus trece años recién cumplidos, nu...
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Como ya se le había vuelto costumbre, Minseok despidió con la mano a su mejor amigo en la parada del autobús y se marchó a toda prisa, no viendo la hora de abrir la puerta de la casa de sus vecinos y encontrarse con cada uno de ellos, pues era inicio de semana e incluso podía quedarse a cenar ya que su mamá llegaba hasta las diez de un recital.
Saludó a Tiffany, que lo vigilaba como ángel guardián desde la ventana de la cocina, y se detuvo incluso para lanzarle un beso, la mujer hizo como que lo atrapaba con su zurda, llevándose la mano a los labios un segundo después.
Era tan bonita... Su mamá siempre le decía que cuando creciera tenía que esmerarse para poder encontrar a alguien como ella, incluso lo interrogaba de vez en cuando por si resultaba que alguna de sus compañeritas de clase le atraía, pero Minseok únicamente le arrancaba las ilusiones encogiéndose de hombros y diciéndole que era demasiado joven para eso aún.
No era que tuviera miedo de ser sincero con su madre pero lo cierto es que a él jamás le habían parecido especialmente bonitas las niñas. Pensaba, a ciencia cierta, que ninguna de sus compañeras de salón podía igualar la belleza de su Lu Han, no importaba si juntaba la belleza de dos o tres.
Se aseguró de que su camisa del uniforme estuviese perfectamente bien fajada antes de abrir la puerta, pues le gustaba darle el ejemplo a los pequeños, quería que creciesen todos siendo tan maravillosos como rectos, aunque poco tuviese que ver eso con a quien elegían besar.
Se quitó el abrigo y lo colgó del perchero, pues a un frente frio se le había ocurrido interponerse repentinamente en la ciudad, azotando los techos de las casas de su vecindario con fuertes vientos y gotas de lluvia bastante escandalosas.
La noche anterior se había dormido al teléfono con Lu Han, cantándole una canción de cuna para que no tuviera miedo porque sus padres eran muy estrictos en cuanto a su conducta; todo el tiempo estaban hablando sobre lo masculino que debía comportarse, y su mejor amigo inevitablemente quería complacerlos pero eso no lo hacía menos miedoso.
ㅡ¡Hola! ㅡ Exclamó, pero nadie le contestó. ㅡ ¿Niños? ¡Hyung está en casa!
Esperó y esperó justo donde Nini siempre lo recibía con los brazos abiertos pero nadie apareció. Sintiendo un poco de miedo porque la puerta estaba sin seguro y eso solo significaba que debía haber alguien en casa, Minseok se debatió entre si debía o no ir a la suya e informarle a Tiffany sobre lo que sucedía.
Escuchó ruido en el piso de arriba sin embargo, el eco de una voz inundando sus oídos, y se sintió irremediablemente curioso, por lo que no pudo evitar conducirse escaleras arriba.
Conforme se iba acercando, el volumen de la voz se volvía cada vez más fuerte y, pese a que sonaba un tanto ronca, Minseok pudo fácilmente deducir que alguien estaba cantando. Tuvo cuidado de no hacer ningún ruido cuando se adentró en el pasillo y una sonrisa se le trazó en los labios instantáneamente al percatarse de dónde venía el sonido: La habitación de JongDae.
