Cuando sus padres no le dejan más remedio que conseguirse un empleo para ganar dinero, la Sra. Kim le abre las puertas de su casa para que se haga cargo de cuidar a sus hijos por una paga considerable y Minseok, a sus trece años recién cumplidos, nu...
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🐰❤🐹
Fue el primer domingo de su tercer mes trabajando para sus vecinos cuando muy temprano por la mañana, Minseok recibió un mensaje de texto. Le sorprendió que no se tratara de Lu Han recordándole que ese día habían quedado de verse en la esquina para ir por unos helados, pero se sorprendió mucho más al enterarse de que el remitente era nada más y nada menos que Kim Yerim.
Había guardado el número de la mujer desde la segunda semana en que lo contrató, por si alguna emergencia surgía de repente, pero muy pocas veces la joven madre había recurrido a ese medio para contactarlo. Había aprendido, con el paso del tiempo, que Yerim no era más que una niña atrapada en el cuerpo de una adulta con demasiados niños, y que era esa precisamente la razón de que tuviera tantos.
↪Pequeño ven a cuidar a mis hijos hoy, si? Te pago. Ya no los aguanto, las mamis luchonas también ocupamos un respiro 🙈💃 ↪Ven a la 1, porfi ✨.
Sip, no había duda alguna de que se trataba de ella.
Revisó su perfil una vez más antes de contestar, por si acaso.
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Definitivamente era el número de Yerim.
Y por supuesto que Minseok, como todo un niñero responsable, no iba a fallarle. Jamás se aburría estando en casa de sus vecinos, de todas formas, y Lu Han y él podían ir por helados siempre que quisieran, pensó, abriendo la conversación con su amigo para disculparse porque no podría salir con él.
Se vistió con la ropita que su madre seguía insistiendo en que usara por más que tuviera ya casi trece años y medio, su mamá parecía negarse a aceptar el hecho de que su hijo estaba creciendo, pero pronto Minseok tendría que oponerse a usar shorts cortos y calcetas largas, así como camisetas con estampados sumamente infantiles. Ya había convencido a su padre de dejar de usar su mochila de carritos, pues sus compañeros de último año lo molestaban todo el tiempo, así que suponía que ir cambiando de a poco su guarda ropas no sería ningún problema.
Se revolvió el cabello antes de salir de su habitación, bajando las escaleras mientras silbaba y procurando por todos los medios no encontrarse con su madre, había estado evitándola mucho los últimos días porque la rubia no hacia otra cosa más que preguntar en dónde se metía su hijo todo el tiempo.
