Cuando sus padres no le dejan más remedio que conseguirse un empleo para ganar dinero, la Sra. Kim le abre las puertas de su casa para que se haga cargo de cuidar a sus hijos por una paga considerable y Minseok, a sus trece años recién cumplidos, nu...
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🐨❤🐹
La mañana de ese lunes, Minseok se sentía irremediablemente triste, y eso poco tenía que ver con el hecho de que Kim Yerim hubiese insistido muchísimo en que se tomara el día en agradecimiento por haber pasado su domingo cuidando a Junnie.
Sí, la idea de no ver a sus niños durante todo un largo día no le resultaba precisamente maravillosa, pero debía admitir que en quien primero había pensado, era en su mejor amigo.
Le había cancelado su cita para ir por helados, después de todo, pensó en darle la noticia a Lu Han con una sonrisa en cuanto pusiese un pie en el salón de clases, creyó que su amigo se alegraría; que le sonreiría tan deslumbrantemente como siempre, asentiría con la cabeza y levantaría un pulgar en aprobación, como ocurría siempre que Minseok tenía una buena idea, pero no fue así.
En cambio el mayor se enfrentó a hablar con una pared y, cuando intentó sujetar la mano de su amigo para que por favor lo escuchara, Lu Han se sacudió, lo miró con recelo y se apresuró a una butaca al otro lado del salón, muy lejos de Minseok.
Y la parte más triste de todo eso definitivamente no era tener que sentarse junto a su acosador primo al que le apodaban Yesung, ni tampoco no haber podido ayudar a su Lu-Ge en matemáticas, la parte más triste era que su mejor amigo estaba molesto con él y Minseok ya se hacía a la idea del por qué.
Al principio intentó pensar que eran ideas suyas, pero con el transcurso de las semanas no le quedó más remedio que admitir que Lu Han estaba sintiéndose desplazado y que él era el principal culpable de ese hecho. Minseok de verdad que había querido remediarlo, pero simplemente no sabía cómo. No pasaba tiempo en casa y mucho menos fuera de ella, estaba casi cada segundo del día metido en casa de sus vecinos y precisamente por ello cuando conversaban, el mayor se ponía a hablar de las aventuras que había vivido con sus niños el día anterior, porque poco a poco se le habían ido acabando los temas de conversación y, aunque para él los niños a los que cuidaba eran la luz de sus ojos, pensaba que era normal que su mejor amigo les pintase cola y cuernos.
Cuando la hora del receso llegó y una dulce compañera se acercó para hacerle conversación, Minseok se disculpó con ella y salió de su salón de clases a toda prisa, con la única idea de comprarle a Lu Han un enorme cono de helado en mente.
Lo compró de chocolate porque sabía que a Lu-Ge le fascinaba ese sabor y le suplicó con sus ojitos parpadeantes a la mujer que los servía, que por favor hiciera el helado más grande de todo el mundo, a lo que ella respondió con una sonrisa y giró una vez más el espiral, alargando la punta. Minseok le agradeció mostrándole sus deslumbrantes dientes de ratón y regresó justo por donde había venido, deseando de todo corazón que su mejor amigo se hubiese quedado en el salón, caminando despacito porque no quería arruinar tan perfecto espiral.
Contempló el solitario jardín antes de adentrarse en su edificio, sin embargo, y localizó a Lu Han sentado en una de las jardineras frente a los columpios que nadie en la secundaria usaba porque esas eran cosas de niños. Estaba sosteniendo su guitarra pero no la tocaba, se disponía a mirar hacia la nada y Minseok se aprovechó de lo distraído que estaba para sorprenderlo.
