Capítulo 1

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"Sonríe y respira"

Eso es lo que dice este delicioso parque, la sensación que transmite. Ese verde no tan verde, que concuerda con un sábado a las tres de la tarde. El sol cálido como si te abraza, besa y acaricia. El bullicio silenciado por la naturaleza.

Realmente esto es lo que me gusta de este parque, el hecho de que la ciudad es bulliciosa pero aquí es todo lo contrario, es como si hubiesen traído un pedazo de naturaleza y le vertieron cinco cucharaditas de paz, dos vasos de aire fresco y tranquilidad cortada en rodajitas, esparcidas como semillas por todo el parque.

Es un parque común tiene una extensión de tierra lo suficientemente grande como para perderse en el, su diseño es muy hermoso con altos y bajos, empinados. Tiene un área especial para los niños, con deslizadores, una red escaladora bastante grande, la típica enredadera que encuentras en los restaurantes de McDonald's una serie de tubos, escalones y pasadizos coloridos que te llevan a un deslizador. También posee alrededor de unos ocho columpios, de distinto tamaño incluso para mi.

Después de el lado bullicioso, es decir el lado de los pequeños esta una serie de banquetas donde sus padres pueden observar a sus niños, comer, hablar con los amigos, o una cita. Hay una variaciones de árboles un tanto inusual, como que si el creador que los sembró dijo: "Ok, vamos estoy un poco loco así que pondremos uno aquí, otro aquí, uno cerca de este, otro solo, otro al lado de la banqueta" Y cuando termino seguramente dijo: "He terminado de revolver la ensalada". - Río. - Eso suena a algo que yo diría.

Además de esa extensa variación de arboles, colocó un área de picnic o al menos es para eso que lo usan las personas. Cuenta con un pequeño camino de adoquines que sirve para los que son atléticos y los que les gusta correr. Claramente no entro ahí en ninguna de mis otras vidas.

He venido tantas veces a este parque que se ha convertido en mi casa, el tiene muchas historias para contar, tristes, amorosas, humillantes e incluso triple x. Se escuchan tantos rumores de lo que sucede aquí que siento que lo compadezco, ha de ser frustrante estar aquí y ver siempre a las mismas personas la misma rutina, la misma chica que se acuesta en el pasto como una loca a pesar en el futuro.

¡Necesito relajarme! - Tomo mi cajetilla de cigarrillos y saco uno. - "No lo hagas, detente" tiene escrita una frase, que escribió la entrometida de Cata.

-¡Te odio Cata! - Río sarcásticamente.

Catalina Rupp: La combinación de chica más extraña que he conocido, justo la conocí en este parque, en una noche cálida, caminaba despacio como tropezando con sus pies, se veía triste, llevaba unos tacones estúpidos, una blusa de anciana y el pantalón más ejecutivo que podía llevar.

Tenia el cabello un tanto húmedo, al igual que sus ojos. Lloraba, por un momento paso por mi cabeza que los cuentos se hacían realidad, de no ser por su cabello corto. Ese día yo había tenido el peor de los días y fumaba, casi había acabado con la cajetilla de cigarrillos, pero me dio pesar y me acerque.

-¿Estas bien? - Pregunté.

-Si. - Musitó mientras se limpiaba las lagrimas.

-¡Oh vamos! Soy una completa extraña conmigo no tienes por qué fingir. - Le recriminé.

-¡Lo siento! - Dijo rápidamente y me abrazo, casi le quemó el cabello con mi cigarrillo, lo tire instintivamente, pero aún así no sabia como reaccionar, es decir soy más de las mujeres desabridas, no sabia si devolverle el abrazo ¡No me gustan los abrazos!, son demostraciones de afecto que no puedo dar.

-Toma asiento. - Ofrecí. - Dime que te sucede.

Dudo por un momento pero se logró a sentar, suspira entrecortadamente como cuando tratas de reprimir el llorar. ¡No lo hagas quería decir pero es su vida y no la mía. Cada quien con su toque.

-Ya tranquila. - Le susurré, mientras toque levemente su hombro.

-¡Gracias! - Dijo con tono de voz apagado. - Ya estoy mejor. - Suspiro profundamente.

-¡Yo lo dudo! - Dije un tanto seria. - Yo no lo estaría llevando puesto semejante estupidez por zapatos. - Reí y ella logro hacerlo de igual manera.

-Tienes razón. - Susurro. - Pero no quiero enfermarme.

-¡Oh claro! - ¡Niña Rica! ¡Niña Rica! Indicaba mi radar. - Ahora puedes decirme que te hizo ese hombre. - Se sorprendió a escucharlo. - Lo siento pero la única razón por la que puede llorar una mujer, tan desconsoladamente es porque se mueran sus padres o un hombre le hizo algo, pero al juzgar por tu ropa diría que vienes de una mala cita.

Ella observó su ropa y sonrió, luego me miró y juzgo mi ropa. Río como era de esperarse.

-¡Oh vaya! - Exclamó. - No es por un hombre... - La mire como preguntando ¿Eres Lesbiana? - ...¡Oh no! No pienses que soy lesbiana. Lo que sucede es que estaba bailando con chico muy guapo y apareció su novia armando tremenda escena de celos.

Ojalá les guste.

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