Capítulo 19

116 11 3
                                    


Recuerdo que tenia una afición, como toda niña, de imaginarlo a él, a  Iam, tomados de la mano, escribiéndonos cursilerías, fumando con él cigarrillos, escuchando a Andy  Biersack.

Recuerdo que hace poco lo soñé de nuevo, fue antes de que apareciera, una predicción  de que el regresaría quizá.

Él, vestía la misma ropa en que me beso, teníamos una afición  a lo negro, en ese sueño le esperaba en el parque, estaba por acabar mi cajetilla de cigarrillos (creo que también soñé con él, porque no había fumado y el cuerpo me pedía) cuando apareció, de entre los arboles.

Tenia un ramo de rosas rojas lijar mente oscuras, le sonreí y se acercó. Beso mis labios con pasión desenfrenada, su boca sabia a menta y cigarrillos.

–Hola, mi ángel de la oscuridad. – Dijo, y me entregó las rosas.

–Hola, oscuridad de este ángel. – Le respondí.

Río, al recordarlo.

–Te traje estos doce hermosos príncipes negros. – Dijo señalando las rosas. – Se las robe a mamá.

Reímos. Las olí, olían a oscuridad para mi.

–¿Las teñiste  para mi? – Pregunte sonriente. Negó antes de responderme.

–La naturaleza lo hizo por mi. – Sonrió. – Mamá  les llama príncipe negro, y dijo que se debía a que era más oscuras de las rosas rojas normal.

Recuerdo que empecé a soñar con ellas pero no fue por que Carla me dijera que su mamá  siembra en su coleccionista jardín, no, es mi madre quien lo hace, es mi madre quien hablaba sobre ellas. Decía “Estas hermosuras, no se llaman rosas, son más grandes, más oscuras, son del reino de la oscuridad  y representan muy bien su nombre, príncipe negro.”

En cuanto ella mencionó  oscuridad, recordé mis sueños, donde el llevaba rosas blancas que teñía con tinta de impresora, olían a tinta, según mis sueños y a una oscuridad, apasionante.

–Son hermosas, mi amor. – Le sonreí.

–Pensaba traerte, cigarrillos en forma de ramo, pero esto es mejor...

–Mucho mejor. – Le interrumpí.

Fumábamos cigarrillos, bailábamos bajo la lluvia y el se iba, quizá por esa razón me gusta la lluvia, porque me recordaba mis sueños felices. Y cuando la lluvia terminaba él se iba, siempre despertaba en ese momento.

Sentía una presión en el pecho, como si estuviese conteniendo  un sollozo, pero me sentía tan molesta, de la manera en la que él vino, arrebato mi primer beso y se fue. Así no era como deseaba mi primer beso, con él o con quien fuera, me imaginaba con un vestido de flores, zapatillas, mi cabello rubio, tomada de la mano de la persona que me traía loca, él, en ese momento.

Disfrutando de algún helado de chocolate, luego la persona de mi lado diría algo como:

–Te quedo helado aquí. – Y me besará, lento suave, sentir en mi estómago las tontas mariposas, o que habláramos de cosas triviales, ambos no acercaríamos, contendría  la respiración  cuando estuviese demasiado cerca y sus labios sabrían a miel.

–Lo siento, no… – Él tartamudearía porque  sabría que realmente no lo lamentaba, yo también debería decirlo.

–Lo lamento…

Luego se haría un silencioso fastidioso y deberíamos interrumpir, él besándome  nuevamente  y yo no opondría resistencia, ambos querríamos corroborar que fue un beso, que realmente se sintió así.

Estallarían miles de mariposas dentro de nuestros cuerpos, su mano ya sería más arriesgada y tomaría mi cintura y me acercaría más a él. Yo sería más valiente, tomaría su cuello y enredaría mis dedos entre su cabello, nos separaríamos para tomar aire y él con una sonrisa en sus labios diría.

–Ni loco me arrepentiría y desearía repartirlo. – Me sonrojaría, él me abrazaría, me escondería entre su pecho y sonreiría...

No me quejo de mi primer beso, pero mi yo niña quería que fuese como un helado de muchos sabores.

Ahora sonrió.

*******

Espero que puedan comprender este capítulo, es decir según yo tenía todos los capítulo escritos y sucede que me faltaba uno, y no podía agregarle después, por esta razón es probable que no tenga mucha coherencia.

Sadelin Guiselle

ÉL  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora