EN EDICIÓN LENTA.
[Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"]
NOTA: por favor, lee la primera sección del libro Steredith antes de empezar con este.
Con los poderes de Meredith y las transformaciones de Scott a hombre lobo mejor control...
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|| Filósofos.
Stiles.
Scott y yo estamos en lo que llamo una "noche normal de chicos". Scott y yo estamos tirados en el suelo de su sala, controles de videojuegos en mano, y la pantalla iluminando nuestros rostros mientras competimos en una carrera absurda de autos. Hay algo relajante en estos momentos. Nada de sacrificios ni de problemas sobrenaturales, solo risas, bromas y una buena dosis de rivalidad entre mejores amigos.
La habitación es apenas iluminada por la pantalla del televisor.
Meredith está en su habitación, descansando después de pasar horas practicando con la conexión con la cual Scott puede prestarle temporalmente sus poderes de hombre lobo. Las sesiones siempre la dejan agotadísima, como si toda la energía de su cuerpo se drenara en el proceso. Al menos, eso es lo que me parece a mí, pues ella nunca lo admite directamente. Scott piensa que es una parte normal del proceso de desarrollo de sus habilidades. Yo, en cambio, me sigo preocupando.
—¡Vamos, vamos! —grita Scott, apretando botones con una intensidad ridícula mientras su auto da un giro perfecto en una curva peligrosa.
—¡No, no, no! —protesto, casi desesperado mientras su coche adelanta el mío en la última vuelta—. ¡Estás haciendo trampa, McCall!
Él se ríe a carcajadas, el tipo de risa genuina que solo aparece cuando estamos en este modo: relajados y disfrutando el momento.
—Tal vez simplemente soy mejor que tú, Stilinski —bromea, sus ojos nunca dejando la pantalla mientras su auto cruza la línea de meta y el sonido de la victoria retumba en el cuarto.
—Ja, claro, sigue soñando —respondo, dejando caer el control y recostándome sobre el suelo, aceptando la derrota por esta vez.
Scott toma un trago de su soda mientras cambio de juego.
—¿Crees que Mer ya esté dormida? —le pregunto, intentando sonar casual, pero mi preocupación por ella siempre está al borde de la superficie.
—Sí, está durmiendo como una roca —responde relajado—. No hay de qué preocuparse, Stiles —añade. Me conoce tan bien.
