Scott
Me paro delante de la puerta del cuarto de Meredith y trago con fuerza, mirando al suelo.
«Debo entrar, debo entrar, debo entrar». Mi fuero interno repite una y otra vez, pero la fuerza de su voz va disminuyendo hasta que se apaga por completo.
No puedo entrar. No puedo hacerlo. No quiero ver la soledad que abunda en su recamara, no quiero ver su cama sabiendo que no volverá a dormir en ella, no quiero ver la computadora portátil descansando en su escritorio porque sé que no volverá a sentarse allí para usarla, no quiero ver las decoraciones en las paredes porque ella ya no agregará más, no quiero ver su armario porque guarda la ropa que ella no volverá a usar jamás.
No quiero entrar a su habitación porque temo que al hacerlo el aroma a vainilla desaparezca. Y no puedo soportar la idea de perder algo más de mi hermana.
Quiero a Mer de vuelta, con vida. La quiero paseándose por la casa en su pijama y descalza, recostada en su cama dibujando algo increíblemente asombroso en su cuaderno de bocetos, escuchando música a todo volumen con sus audífonos puestos. La quiero regañándome por beber el jugo directo del galón, ayudándome a lavar los trastes mientras hablamos de cualquier cosa. Quiero escuchar su risa, sus gritos desesperados, su dulce y tierna voz hablando con mamá o llamando a Castiel para que coma, dándole mimos.
Quiero volver en el tiempo y evitar que ella se suba en el Jeep con nosotros o que se separara de mí en el campo de concentración. Quiero que mamá no sufra más, que papá tuviera otros motivos para quedarse aquí, que la casa no esté tan silenciosa por el día y que mi cerebro no insista más en ir a su cuarto por las mañanas para preguntarle qué quiere para desayunar porque ella simplemente no volverá a desayunar conmigo. Nunca más.
Quisiera haber sido yo quien muriera, intercambiar lugares con mi hermanita y que fuera ella quien tuviera la oportunidad de seguir viviendo, de tener un futuro.
Por el día mamá se hace la fuerte, consolándome y abrazándome cada que me ve con la cabeza baja o cuando no puedo contener las lágrimas, hablando por teléfono y arreglando los detalles para el velorio y el funeral de mi hermana con total tranquilidad, pero por las noches puedo oírla salir de su cuarto e ir al de Mer, donde llora por lo bajo hasta quedarse dormida, abrazando al cachorro de labrador.
El pobre cachorro ha vagado por cada rincón de la casa todos los días, gimoteando por lo bajo para después plantarse en medio de la habitación de Meredith y aullar agudamente hasta que mamá, desesperada y dolida, le pide que se calle. Entonces Castiel vuelve a caminar por toda la casa, repitiendo su rutina una y otra vez hasta que la noche cae, yendo a subirse a la cama de su dueña.
Las primeras veinticuatro horas después de esa horrible noche habíamos mantenido la puerta del cuarto de Meredith cerrada, pero el cachorro no dejaba de arañarla y llorar para que la abriéramos, así que cedimos, porque nos dimos cuenta de que él, de una manera u otra, sabía que ella no volvería y la extrañaba.
La extraña tanto como mamá o yo lo hacemos, tanto como Lydia y Allison, tanto como Isaac, tanto como mi mejor amigo.
Desvío la mirada, cerciorándome de no mirar en el interior de la recamara frente a mí, y camino hacia la mía. Tengo que alistarme para el velorio. En poco menos de una hora todos estarán llegando, incluida mi hermana menor... Metida en un ataúd.
Esa noche, cuando Meredith estaba en mis brazos y su corazón dejó de latir, el mío todavía guardaba la esperanza de que volviera, de que sus pulmones se llenaran de aire y mis oídos captaran el bum golpeando repetidamente contra su pecho o su voz murmurando mi nombre, pero conforme pasaban los minutos esa chispa de esperanza se fue opacando más y más. Entonces Stiles había llegado y me la había arrebatado de las manos, llorando tanto o más que yo, apagando más la ya pequeña chispa que residía en mi pecho. Después la policía y los paramédicos estaban allí, haciendo tantas preguntas y dando más órdenes, y ella seguía en el suelo, inmóvil, pero yo todavía creía que se levantaría, esperaba que lo hiciera, incluso cuando los paramédicos la cubrieron con una sábana.
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About The Unusual Suspects | AW&W: 2 | Teen Wolf
FanfictionEN EDICIÓN LENTA. [Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la primera sección del libro Steredith antes de empezar con este. Con los poderes de Meredith y las transformaciones de Scott a hombre lobo mejor control...