EN EDICIÓN LENTA.
[Libro #2 de la saga "About Werewolves and Witches"]
NOTA: por favor, lee la primera sección del libro Steredith antes de empezar con este.
Con los poderes de Meredith y las transformaciones de Scott a hombre lobo mejor control...
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|| Bardo.
Scott.
En cuanto la clase de Historia termina, me apresuro a tomar la chaqueta y el cuaderno de Meredith. Cuando salió del salón, parecía tan alterada que solo cogió su mochila, dejando lo demás atrás. Algo dentro de mí no puede evitar preocuparse, aunque me encargo de alejar esa emoción al instante.
Al levantar su cuaderno, me fijo en que no hay palabras legibles en la página, solo garabatos desordenados. Líneas caóticas que no parecen tener sentido. Es como si hubiese estado dibujando a ciegas, perdida en sus pensamientos.
—¿Se lo vas a entregar? —me pregunta Stiles, apareciendo a mi lado. Su tono intenta sonar desinteresado, pero lo conozco mejor que nadie. Hay una preocupación disfrazada en sus palabras, algo que él no admite abiertamente.
—Pensaba dárselo a Lydia para que se lo regrese —respondo, notando que la nueva chica, Kira, nos observa desde su pupitre. Está enfocada en nosotros, demasiado curiosa.
Me aclaro la garganta y enderezo la postura sin saber por qué, como si Kira me estuviera evaluando de alguna manera.
—Supongo que eso es mejor que abrir su casillero y dejar las cosas ahí —añade Stiles, rascándose la nuca. Su comentario me saca una sonrisa fugaz.
Echo un último vistazo rápido a Kira, quien se dirige hacia el escritorio de su padre. Luego, asiento a Stiles y caminamos hacia la puerta. No es difícil encontrar a Lydia; apenas salimos al pasillo, la veo caminando hacia nosotros.
—¿Meredith ya salió? —nos pregunta en cuanto la distancia que nos separa no supera el metro.
—Se fue poco después de que comenzara la clase —le explico, entregándole la chaqueta y el cuaderno de mi hermana—. Parecía algo... confundida.
Lydia entrecierra los ojos, su ceño se frunce, claramente molesta.
—¿Y por qué ninguno de ustedes fue tras ella? —replica con reproche, lanzándonos una mirada que logra hacerme sentir un poco culpable.
