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-¿Puedes calmarte?- pidió Abril con burla- ¿Te sienta mal que sea lunes?

Crystal gruñó.

Lunes.
Instituto.
Dramas.
Y, sobre todo, volver a ver a Jaden.

-Ese es el menor de mis problemas ahora- gruñó ésta.

-¿Y cuál es tu mayor problema, entonces?- preguntó Abril con curiosidad- Puedes aprovechar que estamos solas.

-¿Todavía no hay nadie en clase?- preguntó ésta incrédula.

-No, somos las primeras- afirmó Abril- Puedes contarme, sabes que puedes confiar en mí.

-Jaden es mi mate- comentó Crystal un tanto sonrojada- Hace unos días me lo confirmó.

-¡Eso es genial!- chilló Abril con fingida emoción- Pero ya lo sabía- comentó riendo.

-¿Cómo que ya lo sabías?-

-Pues que no hace falta tener un alto nivel académico para darse cuenta de eso- afirmó con burla- Aquí todos lo saben ya.

Crystal jadeó y comenzó a lloriquear.

-Otro problema más- lloriqueó una vez más- ¡Por qué, luna! ¡Por qué!

-Deja de dramatizar- bufó Abril- ¡Y cuenta cual es el maldito problema!

-¡El maldito problema es que yo pensaba que era un hombre lobo!- chilló Crystal.

Abril jadeó y la miró.
La pobre chica no podía parar de boquear como un pobre pececillo.

-¿Qué?- consiguió articular ésta.

Crystal suspiró y comenzó a rebuscar en su mochila, intenado encontrar lo que para ella era un pequeño tesoro.

-Casi todos en la manada acusaron a mi hermano de mentiroso- murmuró Crystal molesta.

-Lo sé, por la niebla negra- comentó Abril un tanto incómoda.

-Exacto- concordó Crystal- Nadie la había visto nunca, y no sabemos qué sucedió o por qué sucedió.
El caso es que Jaden me dijo que me creía, que él había visto muchas veces esa niebla.

-¿Y te dijo qué significa?- preguntó Abril con curiosidad- Esa dichosa niebla nos tiene a todos acojonados.

-No- continuó- Simplemente me dijo que debía tener cuidado porque era peligrosa. Me dijo que él la pararía, pero que si no lo conseguía necesitaba usar esto- Crystal depositó tres monedas antiguas sobre la mesa.

-Monedas- susurró incrédula- ¿Vas a defenderte de una niebla con unas monedas antiguas?

-Me contó una historia, me dijo palabras super bonitas para confirmarme que era mi mate y me enseñó a usarlas-

-¿Y?- preguntó Abril ansiosa.

-Dave estuvo toda la noche pendiente, por si la niebla volvía- continuó- Pero no lo hizo, así que cuando se quedó dormido sentí curiosidad.

-¿Por saber si las monedas funcionaban?- preguntó Abril y ésta asintió- ¿Y? ¿Funcionan?

-Ya te digo que si funcionan- murmuró Crystal.

Otro alumno llegó a la clase y ellas tuvieron que dar por finalizada la charla.















-¡Pues se van a enterar de que puedo ser un diablo cuando me lo propongo- Jaden escuchó el gritito entusiasta de Crystal, e instintivamente, sonrió.

-¡Así se habla, tigresa!- chilló Mario vitoreando su cabreo.

Jaden bufó molesto al observar que Mario estaba junto a las chicas en la solitaria cafetería.

Le molestaba que Crystal se estuviera saltando una clase, y por supuesto, le molestaba que Mario estuviera tan cerca de ella.

-¡Eres increíble, dulzura!- le apremió una vez más Mario- ¡Esta chica es genial!

Jaden, totalmente indignado, se acercó hasta él y comenzó a pellizcar su brazo.

Éste comenzó a quejarse mientras hacía un vano intento por soltarse. Sin embargo, sólo conseguía que Jaden ejerciera más fuerza.

-¡Suéltame, animal!- chilló Mario propinándole manotazos por doquier- ¡¿Acaso quieres arrancarme un trozo de carne?!

-Si así aprendes a estar calladito... Sí- comentó Jaden un tanto amenazante. Lo observó amenazante- Crystal- murmuró suavemente.

Sin embargo Crystal no le saludó.

-Problemas en el paraíso- murmuró Mario risueño- Estás acabado- murmuró hacia Jaden mientras agitaba sus pestañas.

Jaden estiró la mano y éste decidió que era la hora de marcharse.

-No más pellizcos- murmuró Mario horrorizado- Lo siento Crystal, pero te abandono- dicho eso se marchó.

Jaden observó a Abril y le hizo un gesto con la cabeza, señalando la salida.

-Cuando toque el timbre te buscaré- fue lo único que comentó ésta antes de marcharse.

Jaden se sentó frente a Crystal, y ésta comenzó a ponerse nerviosa al sentir esa molesta sensación cuando intuyes que te están mirando finamente.

-¿Y?- murmuró él con suavidad- ¿A quién se supone que debo matar?

Crystal suspiró, frustrada.

Ni dos palabras y mi corazón ya empieza a ablandarse.

Pensó ella.

-¿Puedes matarte a ti mismo?- preguntó ella un tanto entusiasta.

-No creo- comentó éste riendo- Pero puedo intentarlo.

-Ojalá lo consigas-

-¿Qué se supone que he hecho?- preguntó con precaución.

-¿Cuando ibas a decirme que no eres un hombre lobo?- preguntó ella ignorando su pregunta.

-Vaya, directa al grano- comentó divertido- ¿Y si no soy un hombre lobo que se supone que soy?- preguntó riendo.

-No lo sé, me gustaría que me lo dijeras- murmuró dolida.

-Crystal- murmuró Jaden con suavidad- Claro que soy un lobo, ¿de donde sacas esas locuras?

-Quizás he decidido utilizar una de las monedas que me diste para comprobar si decías la verdad- comentó ella- Y cuando ese hombre apareció junto a mí, estaba tan asustada.

-Crystal- gruñó Jaden.

-No sabía que hacer, ni tampoco sabía que pedirle porque realmente pensé que era una broma- continuó hablando- Así que se me ocurrió pedirle información sobre él, sobre las monedas y sobre todo este mal rollo.

Ella se inclinó un poco hacia adelante, quedando a poca distancia de Jaden.

-Y me dijo que esas monedas eran muy difíciles de conseguir, ¿sabes?- susurró suavemente- Me dijo que esas monedas tenían un significado, y que la mayoría de ellas estaban perdidas.

Jaden simplemente quería acabar con todo y besarla.

-Porque claro, estamos hablando de la época de antes de Cristo- continuó hablando- Y tú me entregas cuatro, para variar.

-¿Y?- murmuró éste sonriendo- Vamos, cariño, dímelo.

-Creo que tú eres el barquero- murmuró.



Crystal #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora