Segunda parte del epílogo.
-Puede entrar, ¿sabe?- murmuró la enfermera suavemente cuando hubo abierto la puerta.
Dante observó a la enfermera que lo observaba con una amable sonrisa.
-Soy la encargada de cuidar a estos pequeños angelitos hasta que puedan estar con sus padres- argumentó apartándose- Nadie tiene la autorización de entrar si, en este caso, yo no la doy.
Dante hizo una mueca de disgusto y continuó observando a la pequeña Paola a través del gran cristal que le permitía verla.
-Usted se está muriendo por coger en brazos a esa pequeña bebé- insistió tiernamente- Debería hacerlo.
-Y usted le está dando autorización a un jodido vampiro para que entre a una habitación llena de niños recién nacidos- bufó Dante sin apartar la mirada de la niña- ¿Qué crees que opinaría su padre si se entera?
La enfermera solo rió.
-Tengo la suerte o la desdicha de conocer lo posesivos que pueden llegar a ser los hombres lobo- comentó ella, encogiéndose de hombros- Sin embargo no te preocupes nunca por el padre.
-¿Ah, no?- inquirió Dante observando a la mujer- Entonces es que no conoces a su padre.
-¿Nunca has visto a una mujer en plena acción?- inquirió ella riendo- Puedo asegurarte que las mujeres somos peores.
Dante hizo una mueca.
-Pues por eso mismo me quedaré aquí- aceptó Dante.
-Es una lástima- murmuró ella con tristeza- Siempre me ha encantado ver como las parejas se encuentran por primera vez, es un momento único.
-¿Cómo...- inquirió Dante, sorprendido.
-¿Qué cómo sé que ella es tu mitad?- le interrumpió ella- Por favor, amo este trabajo y llevo en él más de lo que puedo recordar, sé distinguir la mirada de un padre a un hijo.
-Pues lamento decirte que te has perdido mi momento- murmuró Dante mirando su reloj- Hace como una hora que la conocí.
-¿Y?- inquirió ella negando- Usted no tiene ni idea.
-¿Se supone que hay un maldito manual para esto?- gruñó Dante- La reconozco por su olor, le grito que es mía o la rechazo, fin.
-Realmente usted no tiene ni idea- murmuró ella con tristeza- Pero solo una cosa más y ya no le molesto más.
Dante bufó molesto pero asintió.
-Mi marido era igual de terco- comentó soltando una pequeña risita- También pensaba que no merecía nada excepto la muerte por ser como es, pero ¿sabes qué Dante?- éste miró a la mujer, sorprendido- Le demostré que estaba equivocado.
-¿Te conozco?- inquirió él.
-Las humanas también somos duras de roer, ¿sabes?- bufó ignorándolo- ¡Puede que no tengamos una fuerza o velocidad extraordinaria, pero podemos doblegar a nuestros hombres posesivos de igual modo!- exclamó orgullosa- Jeremías te manda saludos- le guiñó un ojo y volvió a entrar en la habitación.
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Crystal #2 ©
Hombres LoboSegunda temporada 'Proteger al Alpha' No sólo los humanos guardan secretos. Los hombres lobo también saben hacerlo. Un miembro de la familia porta uno muy, pero que muy bien guardado. ... -El amor es ciego- Dij...