La puerta se cerró detrás de ella, el sonido de la cerradura entrando en el orificio de la pared se repetía una y otra vez como un eco interminable dentro de mi cabeza; cada vez que lo escuchaba cerraba los ojos asustada. Mis rodillas estuvieron a punto de doblarse y dejarme caer al suelo. La estaba perdiendo.
Me asomé por la ventana, su auto estaba afuera. Vi como salió corriendo y se subió rápidamente. Se dejó caer contra el volante, luego se irguió y aventó algo contra el parabrisas, golpeó el volante con las palmas de las manos. Mentía, toda esa serenidad de unos minutos antes era mentira, estaba furiosa y dolida. "¿Eso quiere decir que si me quiere? ¿por qué no me lo dijo?, ¿por qué nunca fue capaz de decir que me amaba? Siempre me quedaré con la duda Yul". Nunca me había arrepentido tanto en mi vida, ni tan rápido. En un segundo pensé todas las posibilidades que se me habían escapado, cualquier otra opción era mejor que eso. Huir con ella, hacerle un escándalo a mi padre, salir del closet frente a mi familia, lo que sea que me permitiera quedarme al lado de Yulia. Quise salir corriendo detrás de ella, abrazarla y decirle que era mentira, que la amaba y la amaría todos los días de mi vida. Pero era una cobarde.
-Yulia- Solo esperaba que ella lo pudiera entender algún día.
Encendió el auto y se marchó. Nunca creí eso que dicen de que te duele el corazón, para mi los sentimientos están en el cerebro; pero el dolor es real, como si de repente hubiera un vacío justo debajo de la garganta que te oprime el corazón y no te deja respirar.
Me senté en el suelo recargada en la puerta. No quería llorar, quería ser fuerte y lo fui; me tragué el llanto, y ese sentimiento de impotencia que estaba apunto de hacerme vomitar. Sabía que todo lo que haces se paga en esta vida; quizá de cierta forma me lo merecía, yo había sido mala; pero Yulia, era inocente, y eso era lo que más me enfermaba, el hacerle daño otra vez; aunque fuera en contra de mi voluntad.
Fui al baño, me lavé la cara y volví a maquillarme. Iván llegaría en cualquier momento.
-Elena- me llamó mi padre.
Salí de la habitación para encontrarme con él.
-Aquí esta tu boleto de avión. ¿Iván va a acompañarte?.
-Sí, él me llevará al aeropuerto.
-Muy bien- dijo de nuevo con esa estúpida sonrisa.
-¿Ya estas contento?- le pregunté con coraje en la voz.
-Casi. ¿Me quieres explicar que hacía esa niña en mi casa?.
-Sólo vino a despedirse- dije sin demostrar debilidad.
-No quiero que vuelva a poner un pie aquí ¿entendido?.
-De hecho, no es tu casa, que yo sepa es la casa de mi madre, pero no te preocupes, ya no tiene a que venir, yo ya no estaré aquí.
Papá apretó los puños y por un segundo creí que volvería a golpearme, pero no lo hizo.
-No quiero volver a verla- dijo dando la vuelta y yéndose por el pasillo.
Sé que esta mal odiar a tus padres, más cuando él cumplía todos mis caprichos; sin embargo me estaba quitando lo que yo mas quería. Lo odié con todas las fuerzas de mi alma. Su forma de hacer las cosas me enfermaba y me causaba vergüenza. No sabía hasta que punto la ambición de mi padre podía destruir a mi familia, mi vida, y la de Yulia.
Ese día me pareció el más largo de mi existencia, en cada rincón de esa recamara habían recuerdos de mi amor por ella. Una de las noches en que Yulia se quedó a dormir en mi casa, habíamos estado viendo películas y yo me había quedado dormida, estaba cansada, no había dormido bien en los últimos días por su culpa. A lo lejos escuchaba como me llamaba por mi nombre. Su mano se había colado debajo de mi blusa y me acariciaba el abdomen. Sentí sus besos en mi cuello y como bajaban despacio mientras levantaba la blusa de mi pijama. Su respiración en mi oído me erizaba la piel. Mi corazón comenzó a latir más fuerte, y entre mis piernas sentí la humedad que provocaba sus caricias en mi pecho. Abrí los ojos olvidándome del cansancio. Pero vaya decepción que me llevé al ver que no había sido mas que un sueño, uno muy hermoso; y ella estaba dormida a mi lado. Su respiración era lenta y profunda. Estaba dormida boca abajo con una mano debajo de la almohada. Quité un mechón de cabello de su frente, se veía tranquila, inocente, simplemente hermosa. Mi corazón no se tranquilizaba, y fue más fuerte mi necesidad de su cuerpo que el respeto por su descanso. Comencé a besar su hombro desnudo, y luego hice a un lado el tirante de su pijama y me deslicé por su espalda. Al principio no se movía, no decía nada, ni daba muestras de haberse despertado. Pero poco a poco su respiración cambió. Levanté su blusa y acaricié su cintura. Me subí con cuidado hasta quedar recostada encima de ella. Hice a un lado su cabello del otro lado de su cuello y seguí besándola cada vez más y más apasionada. Mis manos recorrieron sus brazos y al llegar al dorso de sus manos ella entrelazó sus dedos con los míos. Se dio vuelta aún debajo de mí y me besó correspondiendo a mis deseos. Metí una mano en su boxer y la acaricié despacio hasta que finalmente estaba dentro de ella, mientras mi brazo hacía la función de almohada. Gemía bajito en mi oído y con una de sus manos se aferraba a la cabecera de la cama mientras que con la otra se colgaba de mi cuello para acercarme a su boca.
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Máscaras
FanfictionContraparte de La Apuesta. Toda historia tiene más de una versión; cuando alguien nos cuenta una historia, nos da su versión de esta. Este fic es la historia de La Apuesta narrada desde el punto de vista de Elena, contada con más detalle, con menos...