Catorce: Máscara de caucho

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Me miré al espejo, y aunque me veía distinta parecía que todo estaba mejor. Cuando bajé las escaleras vi que la sala y la cocina habían sido limpiadas. Ya no habían botellas en el suelo, ni colillas. Mi habitación en cambio apestaba a cigarro, y estaba hecha un desastre.

-¿Vas a desayunar?- me preguntó Vladislav cerrando una bolsa negra de basura.

-Sí, tengo hambre- dije bajando la mirada al suelo.

Cuando lo vi a la cara sentí vergüenza al pensar como me había visto un día antes.

-Quiero contratar a alguien que haga la limpieza, mi habitación esta hecha un asco- dije con naturalidad, esperando que él se hiciera cargo.

-No- dijo sin mirarme.

-¿Perdón?.

-Se acabó la princesita; ahora lo que tu ensucias, tu lo limpias.

-No soy ninguna princesita- dije molesta. –Pero su tu estas a mi servicio no puedes decirme que hacer o que no...

-A ver, aclaremos algo, yo no estoy a tu servicio Lena. Yo sólo estoy para cuidarte aunque eso signifique enseñarte algunas cosas- dijo sacando otra bolsa de basura.

-Pero...-

-Pero nada. Lo de ayer, no va a volver a suceder nunca, tienes que crecer y aprender a vivir por ti misma. ¿Entendido?. Así que vamos, ¡a limpiar esa habitación!.

Al principio creí que él no era nadie para decirme como vivir mi vida, pero en algún momento pensé que así era como un padre debería comportarse con sus hijos. No podía responderle, era como si de alguna manera lo respetara. Me acerqué a él, le quité la bolsa de las manos.

-No soy ninguna princesita, puedo limpiar yo sola.

-Ok, pero primero a desayunar.

"¿Cómo hice tanto desastre?" me pregunté al ver mi habitación. La alfombra tenía un hoyo enorme junto a la cama; parecía que la había quemado. Respiré profundo y comencé a levantar botellas del suelo. Dos horas después ya estaba cansadísima. Había tenido que quitar la alfombra que ya estaba muy dañada y los brazos terminaron doliendome.

-Voy a salir. ¿Estas bien?- preguntó Vladislav asomándose por la puerta.

-Sí, aun me falta mucho- dije como una niña que esta haciendo su tarea.

-Ok, intentaré no tardarme- dijo sonriendo y luego se fue.

Ese tipo era extraño, podía causar tanto miedo y al mismo tiempo tanta seguridad. Pero lo cierto es que con él en casa no me sentía tan sola. Al menos sabía que el estaría ahí por si me volvía a hundir.

"Hay que subirle el sueldo a Tanya" pensé volviendo a ver mi habitación y recogiéndome el cabello. Cuando abrí el closet encontré ropa colgada. Mi ropa seguía en las maletas así que no podía ser mía. Saqué un vestido azul de su lugar y vi que aun tenía la etiqueta de la tienda. Regresé el vestido a su sitio y como si se hubiese tratado de un sueño recordé a Vladislav diciéndome que me vería bonita con ese vestido. Yo estaba recostada en la cama boca abajo; apenas y había abierto los ojos para verlo, luego me volví a dormir. Acomodé mi ropa y mis zapatos en el closet. Para cuando Vladislav regresó yo estaba sentada en mi sillón fumándome un cigarro con el cenicero a un lado.

-¿Lena?.

-¿Eu?- dije sacando el humo de la última calada.

-Baja, te traje algo.

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