Diez: Máscara de plumas

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Cuando regresamos a Moscú resentí el no poder estar con ella todo el tiempo. Mis padres regresaron de viaje, y con ellos las presiones.

-¿No has visto a Iván?- me preguntó mi mamá durante la comida.

-No, no lo he visto.

-Pues deberías salir con él- Dijo de manera autoritaria mi padre.

Dima lo vio del otro lado de la mesa sorprendido y molesto.

-No es muy joven mi hermana como para que ya estés queriendo casarla.

-Eso a ti no te interesa- le respondió con superioridad.

-Pues no tengo ganas de salir con Iván- dije pensando en Yulia.

-Pues si no sales con él, no sales a ningún lado.

Dima y yo nos quedamos callados, papá nunca le había prohibido a alguno de nosotros salir hasta entonces. No dije nada, a fin de cuentas no nos prestaba la suficiente atención para enterarse de cuándo salíamos; y lo comprobé esa misma tarde; dije que iría a la biblioteca y me encontré con Yulia en el parque.

-¿Cómo te fue?- le pregunté recordando que ese día abrían el testamento de su abuela.

-Bien- dijo secamente y agachando la mirada.

-¿Qué pasa amor?- pregunté, le tomé el mentón y levanté su rostro.

-Nada, solo estoy sorprendida.

-¿Por qué?, ¿qué pasó?.

-Mi abuela me dejó su casa.

-Pues tu abuelita te quería mucho, no veo que es lo que te sorprende.

-No lo sé, ahora soy dueña de una casa, es raro, supongo.

-¿Tu papá se enojó?.

-No, Solo me dijo: "Espero que seas lo suficientemente madura para no tirar el dinero" y se fue. – dijo tratando de imitar la voz de su padre. –A él le dejó una acciones, no sabíamos que mi abuelita invertía su dinero.

-Eso es bueno.

-Sí, papá dice que son buenas inversiones, pero hay que saber en cuales seguir invirtiendo y cuales vender. Extraño mucho a mi abuela Lena. Dejaría todo lo que tengo por volver a tenerla conmigo.

-Lo sé, pero ¿sabes?, yo te voy a consentir mucho para que no te deprimas. Me encanta verte sonreír, me contagias con tu alegría. Y si tú estas triste yo también lo estoy.

-Te quiero mucho.

-Y yo a ti chaparra.

-También te extraño mucho a ti ¿sabes?. En las noches me hacen falta tus brazos para poder dormir- dijo recargándose en mi hombro.

-Lo mismo me pasa a mí; pero mis papas saldrán de nuevo en un par de días, y si quieres, no sé, podrías quedarte conmigo... Si tu quieres, claro.

-¿Es una proposición indecorosa?.

-Muuuuy indecorosa, de una vez te advierto que conmigo tampoco vas a poder dormir- dije sonriéndo ante la promesa que aquello significaba, hacer el amor con ella una y otra vez.

-Pues entonces tomaré mucho café.

Al día siguiente regresamos a la preparatoria. Llegamos juntas y entramos tomadas de la mano. Mi cambio se hizo evidente, cada vez me resultaba menos bochornoso besar a Yulia en público. Olga puso cara de asco mientras nos besábamos en el receso, pero eso no pareció importarle a Yulia. Ana y María se quedaron viéndonos mientras nos abrazábamos efusivamente. Esta vez en lugar de avergonzarme y alejarme, la tomé del rostro y la besé. Ana se sorprendió y María dijo algún insulto que simplemente ignoramos.

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