Capitulo VII

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Hay alguien en casa.
Álvaro y yo debíamos estar con Helena, pero ella había salido por causa mayor, dijo algo de urgencia femenina después de rebuscar por el baño.
No sé de quién era esa "casa tan grande" ni a qué "hospital de chicas" iba, pero esperaba que se pusiese buena y volviese pronto. Con pronto quiero decir ahora. Quiero decir ¡ya!
-Valerio... ¿por qué nos escondemos?- me preguntó Álvaro agachado conmigo en la bañera.
-Esos no son los pasos de mi mamá, de mi papá ni de Helena. Hay alguien en casa.-le expliqué en susurros.
Álvaro se tapó la boca con las dos manos y miró hacia la puerta del baño asustado.
Nos habíamos escondido en la bañera del baño de Helena porque nadie entraba aquí, solo Helena.
Mi hermana iba a enfadarse con nosotros por entrar, pero esperaba que más con el malo que había entrado en casa.
Una sombra se podía ver desde la puerta del baño, ya que era un poco transparente.
Me levanté corriendo, me dolía el corazón y creí que me moriría como el abuelo de Álvaro, que murió porque le dolía el corazón, tropecé y agarré la cortina de la bañera arrancándola de su sitio, pero me dio tiempo a ponerle el pestillo a la puerta.
Había hecho mucho ruido, pero el malo no podía entrar.
-Vamos chicos, abrid, sé que estáis ahí- dijo una voz intentando abrir la puerta del baño.
-¡Fuera! ¡No vamos a abrir y me voy a chivar a mi mamá!-gritó Álvaro desde la bañera.
-¡Eso!-me animé yo también- ¡Vas a ir a mamá!
Se oyó una risa y cómo sonaba el timbre.
-Tío, ¿qué haces aquí? ¿Has pasado del nivel de acosador al de allanamiento de morada?- dijo otra voz que no conocía antes de cerrarse la puerta.
El primer malo empezó a reír de nuevo.
-Tío, ven aquí y mira-y vi dos sombras en la puerta del baño.
Uno de los malos hizo ruido con la garganta y la siguiente voz que oímos era muy muy muy mala.
-¡Salid cerditos! ¡O soplaré y soplaré y la casa derribaré!
Álvaro gritó y oí a un malo reírse.
-¡Es el lobo! ¡Es el lobo, es el lobo!- Álvaro tiró de mi brazo asustado y me metí en la bañera con él de nuevo.
-No puede ser el lobo-le dije a Álvaro.- Los cerditos son tres y nosotros somos dos.
-¡Soplaré y soplaré y la casa derribaré!
Álvaro se tapó los oídos.
-¿Pero qué coño haces asus...?- el otro malo empezó a hablar, pero yo ya estaba enfadado.
-¡¡Pues sopla!! ¡¡La casa es de ladrillo y no se va a derrumbar!!-grité.
-Tío, que se saben el cuento-dijo el malo número uno, parecía triste.
-¡No jodas Adrián!-el malo número dos estaba enfadado.- ¡Vengo de la universidad y te encuentro en la casa del vecino de enfrente asustando a un par de críos! ¡Tú no estás bien de la azotea!
-¡Eh! Un poco de respeto que me lo ha pedido Helena.
-¿Helena te ha pedido que asustes de muerte a su hermano?
Se quedó en silencio un par de segundos.
-Dijo que los vigilara-admitió el malo número uno, Adrián solo guapo.
Me enfadé muchísimo al descubrir que el lobo, no era un lobo y era el vecino de enfrente solo guapo.
Agarré un bote de champú de la bañera de Helena y le di otro a Álvaro antes de abrir la puerta del baño.
-¡Le voy a decir a los reyes que te traigan carbón y vas a seguir siendo solo guapo!-grité a la vez que apretaba el champú y se lo tiraba a Adrián y al otro chico, Dani.
Álvaro gritó y empezó a hacer lo mismo que yo.
¡Esto es la guerra!

El lado rosa de la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora