Sábado
Me levanté con la boca seca y un poco de dolor de cabeza. Resaca. Menos mal que era sábado. Intenté levantarme para beber un litro o dos de agua (cuando me emborrachaba acababa deshidratado siempre), pero me costó mis cinco o diez minutos para conseguirlo. La cabeza me daba vueltas. Me mareaba y tenía náuseas. "Odio las resacas", pensé.
Normalmente no me gustaba beber tanto, pero hacía demasiado que no salía de fiesta y la verdad, se podría decir que lo necesitaba. No me hace falta alcohol para divertirme, pero me lo suelo pasar mejor si he bebido. Sobre todo porque se te olvida que tienes vergüenza, timidez y esas cosas inútiles.
Adri estaba en la cocina, desayunando (a las 14.21h) como si nada. Al verme me hizo una ovación.
-Hombree ¿qué tal? Ayer te desfogaste bien ¿no?
-Tío, ¿cómo puedes ir tan bien? Yo no puedo con mi vida- respondí mientras me llenaba un vaso de agua.
-La costumbre, supongo- dijo él riéndose.
-Es verdad, que tú sales de fiesta todas las semanas y yo una vez al mes como mucho...
-Bueno, pero valió la pena, ¿no? Me dijeron que te comiste a una.
¿Que me comí a una? Vaya forma de decirlo. Sí, iba bastante borracho, lo reconozco. Adri desapareció en mitad de la noche con una chica y yo me quedé con unos amigos suyos. No lo estaba buscando ni nada por el estilo, pero comencé a hablar y bailar con una chica, una cosa llevó a la otra, y acabamos besándonos. Luego la chica se fue, sin más. No me gustó eso. Me divertí, pero no me gustan los rollos de una noche. Tampoco esperaba conocer a alguien que quisiera algo más en una discoteca, pero no sé, es que no me quiso ni dar el número.
-Ah... Sí. Eso. Pues nada, nos liamos un poco y ya está.
-Cuánto entusiasmo...
-Ya, a ver, me lo pasé bien, pero luego ella pasó de mí- respondí riéndome. Aunque me reía más bien de mí mismo.
-Bueno no te rayes. Lo importante es que te divertiste-me dijo guiñándome un ojo.
Asentí con la cabeza. Decidí prepararme un té para quitarme un poco las molestias de la resaca. "El té rojo es diurético. Es muy bueno para la resaca", me dijo un amigo una vez.
-Oye, ¿y tu qué? Que te fuiste con la chica esta y no volví a saber de ti en toda la noche- inquirí.
-Pues nos liamos, me dio su número, y lo típico. Le dije que la llamaría.
-Eso es que no la vas a llamar, ¿no?
Soltó una carcajada.
-Quién sabe... probablemente no. Si un día me aburro, a lo mejor.
-Eres un cabrón, que lo sepas.
En serio, no me gusta nada la gente que actúa así. Parece que la mayoría compiten a ver quién es el más indiferente.
-¿Qué vas a hacer hoy?- le pregunté.
-Pues no mucho. Esta tarde he quedado con alguien.
-¿Con quién?
-Nada, no lo conoces...- comenzó a decir.
-¿Con Marissa?- pregunté, tratando de aguantar la risa.
Su cara en ese momento fue para grabarla. Los ojos como platos, la boca entreabierta y sin palabras. Tardó en reaccionar.
-¿Eh?- dijo finalmente.
-¡No me lo puedo creer!- estallé en carcajadas tan fuerte que seguro que me oyeron los vecinos.
-¿Cómo coño lo sabes?- nunca había visto a Adri tan avergonzado.
-El otro día te oí hablar con ella por teléfono. En serio, no me lo esperaba. No sabía que te gustasen las maduritas.
-A ver... tiene su morbo- ya no tenía sentido ocultarlo.
-Entonces, ¿vais a...?
-Pues seguramente.
No me iba a meter en sus asuntos. Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Pero esto era demasiado fuerte. En fin, al menos ya me había alegrado el día.
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El lado rosa de la fuerza
Novela JuvenilA papá le gusta mamá. A mamá le gusta el vecino de enfrente. Al vecino de enfrente le gusta mi hermana mayor. Y mi hermana mayor... dice que pertenece al "lado rosa de la fuerza". Lo que quiera que signifique eso.