-¿Pero qué coj...?- exclamé antes de llenarme entero de champú- ¡maldito crío!
-Eh eh eh, ¿qué hacéis? ¡Que yo no os he hecho nada!- dijo Dani antes de que se lo echaran a él también- Genial, todo manchado. Pues os vais a enterar.
Dani le arrebató el bote de champú al amigo de Valerio y se lo volcó encima. Empezó a perseguirle por toda la casa y parecía que se lo pasaban bien.
Pero no tenía tiempo de fijarme en ellos. Mi adversario estaba frente a mí, desafiante. Como en una película del oeste, cada uno esperaba el siguiente movimiento del otro. Valerio fue el primero. Con un ágil movimiento, me tiró el bote de champú a la cara (suerte que lo esquivé) y salió corriendo al salón. Comenzamos a dar vueltas alrededor del sofá, pero en un rápido movimiento salté por encima y le agarré. El niño cayó al suelo y yo le inmovilicé.
-Helena me ha pedido que os vigile, pero no me ha dicho nada de que no pueda torturaros-dije, con una sonrisa malévola y alzando amenazante los brazos.
-¡Noooo! Vas a ir a mamá-dijo él, asustado e intentando zafarse.
-Tu mami no está aquí para salvarte- respondí yo, asustándolo aún más.
Acto seguido, empecé a hacerle cosquillas mientras se retorcía de risa.
-¡Álvaro, ayuda!
-¡No puedo!- respondió el aludido.
En ese momento entró mi futura esposa: Helena. Uff Helena. Si supieras las cosas que me gustaría hacerte...
-¿Pero qué hacéis?- preguntó histérica.
-Nada, aquí, que me apetecía ducharme- dijo Dani enjabonándose el pelo en medio del salón.
-Dani tío, no me hagas quedar mal- le dije.
-No, si ya quedas mal tú solo, no te preocupes. Bueno, yo me voy que tengo cosas que hacer. Chao.
Helena se rió y luego se volvió hacia mí con cara muy seria.
-Tú. ¿Adrián te llamabas, no? Te dije que los vigilaras, no que destrozaras la casa. Me pasa por confiar en ti. Menos mal que solo he estado fuera un rato.
-Eso es más o menos lo que le he dicho yo- soltó Dani antes de cerrar la puerta. Olé sus huevos. Gracias, "amigo".
-Ya, es que he venido y han salido a atacarnos con champú. Mírame, estoy lleno. Y claro, tenía que darles una reprimenda- dije, poniendo mi sonrisa más seductora.
-¡Eso es mentira!- dijeron los criajos al unísono.
Helena suspiró y se llevó una mano a la cara.
-La próxima vez se lo pediré a Dani, que parece más responsable.
Mierda. Yo quería ganar puntos con ella pero parecía que solo lo había empeorado. "Espera, ¿cómo que más responsable? ¡Si se ha puesto a perseguir al otro!", pensé, indignado. Todo por culpa de los niñatos.
Marissa entró en ese momento.
-¿Qué ha pasado aquí? ¡Ah, hola Adri!
-Buenas, Marissa.
-Genial- murmuró Helena, y se metió a su habitación.
Creo que Marissa se me estaba insinuando en ese momento. Se acercaba mucho para hablarme. Además, me había dado su número el otro día.
La verdad es que Marissa no estaba nada mal para su edad. Era una milf en toda regla. Pero la diferencia de edad me echaba un poco para atrás. Y si llegaba a intentar algo con ella, Helena no se podía enterar o si no adiós a toda posibilidad con ella. Así que de momento, dejaría a Marissa a un lado.
Charlamos un poco y finalmente me marché a casa a limpiarme y a trazar un plan de acción. Primero, tenía que encontrar la manera de caerle bien a Helena y acercarme a ella poco a poco para seducirla.
Luego, tenía que conseguir acostarme con Marissa (sería todo un logro) sin que nadie más se enterase. Ni siquiera Dani, que comenzaría a darme sermones.
Y por último, mantener a raya a mi compañero, que solía frustrar mis planes a menudo. "Bien, pues manos a la obra", pensé.
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El lado rosa de la fuerza
Fiksi RemajaA papá le gusta mamá. A mamá le gusta el vecino de enfrente. Al vecino de enfrente le gusta mi hermana mayor. Y mi hermana mayor... dice que pertenece al "lado rosa de la fuerza". Lo que quiera que signifique eso.