Aunque yo mismo había planeado aquello, estaba muy nervioso. Me había afeitado, lavado y duchado concienzudamente. Me eché un desodorante de los de marca y un toque de colonia en el cuello que olía bastante bien y según el bote era afrodisíaca. Me miré al espejo. Me di unas palmadas en el pecho y dije "¡Soy un tigre! Grrr" con una mirada seductora y decidida.
En ese momento oí unas carcajadas. Me asomé por la puerta del baño. Mierda. La habitación de Dani tenía la puerta abierta. Aposté un brazo a que se estaba riendo porque lo había escuchado todo. Me asomé a su habitación y allí estaba él, desternillándose en la silla. Creo que nunca le había visto reírse tanto. Casi se cae hacia atrás. Cuando me vio se rió aún más fuerte y haciendo el gesto con la mano dijo:
-Grrr...
Me dio vergüenza que lo hubiese oído, pero tampoco me importaba mucho.
-Bah. De tu embidia nase mi fama.
-Tío, eso es muy viejo.
Fui a mi habitación y comprobé el cajón de la mesilla. "Mmm vale. Seis condones y no están caducados. Perfecto".
¡Din-Don! Sonó el timbre. "Justo a tiempo". Fui a abrir la puerta y allí estaba Marissa. He de decir que estaba muy bien para su edad, y la ropa que llevaba puesta en aquel momento (que no era mucha) le hacía bastante sexy.
- Hola, guapo- dijo con una sonrisa picarona.
Estaba tan nervioso que hasta me costó sonreír y decir "hola".
Cerré la puerta y llevé a Marissa al salón. En ese momento salió Dani de su habitación a coger algo de la cocina. Al volver se cruzó con nosotros. Lo miramos fijamente durante un momento.
-Vale, vale, ya me voy. Aprovecho para sacar a Casper, que lo tienes abandonado al pobre.Empezamos con unas copas para ir entrando en calor. Aunque ninguno de los dos había dicho "oye, ¿quedamos para tener sexo?" estaba cantado que era inevitable. A decir verdad, uno de mis sueños siempre había sido hacerlo con alguien mayor que yo. Con una mujer "con experiencia". Con bastante experiencia. Por eso me gustaban las mujeres que rondan esa edad (bueno, la verdad es que me gustan casi todas las mujeres, para qué voy a mentir).
Creo que aún no he mencionado que estaba muy nervioso. No me atrevía a dar el paso. Pero una vez que cogimos el punto del alcohol, no hizo falta. Prácticamente ella se abalanzó sobre mí, tumbándome en el sofá. A partir de ahí no hubo palabras.Había tenido sexo en muchas ocasiones, pero aquello era completamente nuevo para mí. Empezó a besarme por todos lados al mismo tiempo que me quitaba la ropa. Yo hice lo mismo. Casi me arranca la camisa. Me besaba en el cuello (mi punto débil) y un cosquilleo me recorrió de arriba a abajo, causando una inevitable erección.
Una vez desnudos, ella cogió el hielo de una copa y comenzó a pasarlo por mi cuerpo. Primero por el pecho, haciendo círculos cada vez más pequeños hasta tocar el pezón. Estaba muy frío, pero me gustaba la sensación. Siguió bajando por el vientre poco a poco, trazando curvas que hacían que escalofríos viajaran por toda mi espina dorsal, al mismo tiempo que sentía hormigueos intensos en el estómago.
Cuando se derritió el hielo, tomé mi turno. Comencé a besarle el cuello y seguí hacia abajo por el centro de su pecho. Con mi lengua lo recorrí en línea recta hasta su vientre, notando en ella un estremecimiento. Subí de nuevo pero esta vez me desvié hacia la derecha, rodeando sus pechos hasta tocar su pezón. Lo mordí suavemente y escuché cómo a ella se le escapaba un pequeño gemido. Seguí jugando rápidamente con mi lengua y succioné.
Luego descendí cada vez más hasta llegar a su ingle, y allí tomé un desvío hacia el muslo. Volví de nuevo y esta vez me paré en su vagina. Cada movimiento de mi lengua ella lo acompañaba con un suave contoneo de su cuerpo, al tiempo que me acariciaba el pelo y de vez en cuando, me lo agarraba.
Al cabo de un rato, ella me levantó la cabeza y me colocó tumbado en el sofá. Se puso encima y se inclinó sobre mí, introduciendo mi pene dentro de ella.
Se abrazó a mí y comenzó a moverse hacia delante y hacia atrás. Primero lentamente, luego más rápido. Nuestra respiración era fuerte. Yo acompañaba sus movimientos mientras ella se agarraba a mí, me arañaba y gemía entre estremecimientos de placer.
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El lado rosa de la fuerza
Teen FictionA papá le gusta mamá. A mamá le gusta el vecino de enfrente. Al vecino de enfrente le gusta mi hermana mayor. Y mi hermana mayor... dice que pertenece al "lado rosa de la fuerza". Lo que quiera que signifique eso.