Capitulo V

13 3 0
                                    

"Estimado señor Roberto Montoya:

Le recuerdo que el tercer capítulo de la quinta temporada tenía que habernos llegado hace dos semanas. Le he avisado anteriormente, por lo que en caso de no recibirlo esta noche, nos limitaremos a enviarle su carta de despido.

Atentamente Gloria S.
Editora de Producción"

Me quemé con el cigarrillo accidentalmente después de leer el e-mail.
-¡Mierda!-tiré lo que quedaba por el retrete, abrí las ventanas y recogí las cenizas que habían caído al suelo.
Almudena no debía darse cuenta de nada o me tendría cenando coliflor por más de un mes, se suponía que lo había dejado cuando nos casamos.
Era una total patraña, pero a ella le encantaban los gestos románticos.
Me revolví el pelo y volví a leer el e-mail.
Mi bloqueo de escritor duraba ya más de un mes, el último capitulo enviado se parecía demasiado a uno de mis viejos trabajos en la universidad. Almudena no se había dado cuenta y seguía en su mundo de felicidad, quizá no debería protegerla de la realidad. Si le mostrase como soy realmente no esperaría tantas cosas de mí.
¡Maldita sea! ¡Hasta su padre me llamaba un plumón sin sangre desde que nos conocimos! Decía que emplearía mejor mi tiempo jugando Charadas que escribiendo telebasura "si a eso se le llama escribir".
Le pedí dinero para los libros del colegio de los niños hacía unas semanas. Me lo prestó con la condición de no decírselo a Almudena, pero eso no quitó que no dijera "ves como ser un plumón sin sangre no te da de comer, mejor harías buscando trabajo en un supermercado".
No entiende que Almudena me quiere y que ella y yo somos felices juntos.
Ella tenía una vida ahora, una vida aparte de él y él se comportaba como un viejo amargado.
Abrí el ordenador y me dispuse a escribir... Y seguí disponiéndome a escribir. Nada. En blanco. Cerré los ojos y pensé en Almudena. En el momento en que nos conocimos al equivocarse de asiento en el cine. En la primera vez que cocinamos juntos. En cuando fuimos de luna de miel a Nueva York.
Las palabras comenzaron a venir. Almudena era mi musa, no importaba los años que pasasen.
Mi inspiración duró poco. Unos golpes en la puerta me desconcentraron.
Abrí la puerta y el perro del vecino entró como un torbellino a la cocina.
Gruñí. Ni siquiera recordaba como se llamaba el perro pero recordaba perfectamente como se llamaba el vecino: capullo.
-¡Perro! ¡Fuera!- encontró la caja de cereales de Valerio. Este perro estaba muerto de hambre.
Abrí el frigorífico y saqué un par de hamburguesas de anoche.
Recordé que Valerio le llamaba por un nombre de superhéroe.
-¡Batman! ¡Spiderman!- no me hacia caso- ¡Thor! ¡Hulk! ¡Superman!- me miró.- ¿Superman?-movió la cola- Aquí tienes, chico.-y le di las hamburguesas.
Al menos tenía un verdadero nombre de perro, podía sentirse orgulloso de su nombre.

Mmm Teresa se comió la comida de su compañera de piso y ella la echó de casa. Termina pasando la noche en casa del exnovio de su compañera de piso sin saberlo.

Ya tenía el capitulo que estaba buscando.
Acaricié las orejas al perro.
-Bien hecho superman, hoy no seré un plumón sin sangre.

El lado rosa de la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora