Al volver a casa después de unas minivacaciones, empecé a replantearme las cosas. Jorge resultó ser psicólogo, y después de escucharme lo único que dijo fue "necesitas un cambio". Claro, que según él, el descubrir cuál era, era enteramente mi problema.
-¡Mamá! ¡Mamá, mamá, mamá!- ahí estaba mi pequeño Valerio que se acercó corriendo a la puerta a saludarme. Más me valía disfrutar de lo que me quedaba, pues cuando creciese ni siquiera se daría cuenta si estaba o no en casa.
-Hola mamá- me dijo Helena con una sonrisa. Vaya, eso sí que era una sorpresa.
-Ya estoy en casa-señalé lo obvio con una sonrisa.
-¡Ya era hora! Marissa no quiso ir a comprar-comentó Roberto.
Sentí cómo se me hinchaba una vena del cuello. Ya estaba estresada, y la verdad es que me sorprendí de mis propias ganas de darme la vuelta y volver al hotel.
Vi a Marissa sonriéndome desde una distancia prudencial, seguramente analizándome para saber cuán enfadada estaba.
No lo estaba, al menos no con ella.
-Gracias Marissa. Ya te puedes ir a casa, mañana hablamos-y le sonreí con sinceridad.
Ella se acercó sin miedo y me dio un abrazo.
-Cuando quieras-me susurró.- Y bienvenida.- y se marchó.
En ese momento no estaba consciente de que algo ya había cambiado en mí. Sólo había asumido que necesitaba un cambio.
-¡Mamá, mamá, mamá! Helena ha salido en la revista de la escuela-me informó Valerio.
-No he salido,enano. Sólo han escogido unas fotos que yo saqué...-comentó Helena avergonzada.
-Bien,-sonreí- voy a dejar la maleta en la habitación y me sentaré en el sofá. Quiero ver esa revista.
-La compra- me recordó Roberto antes de desaparecer en su estudio. Lo ignoré. Y debo admitir que aquello hizo que me hormiguearan los dedos, estaba teniendo un subidón de adrenalina.
Cambio.
Vi las fotos de Helena, pero mis ojos se detuvieron en un artículo que llamó mi atención:
<<Si piensas que tu vida está acabada, es porque tienes miedo de volver a empezar>>
Realmente hay un punto en que no sabemos lo que viene después, incluso dudamos que haya un después. Los cristianos dirían que es cuestión de fe, los agnósticos se decantarían por cierto positivismo contrario a las leyes de Murphy "si algo va mal, irá a peor". La solución radicaría en un punto de vista confuciano, pero por favor sin llevarlo al extremo: hay que ser virtuoso en la vida, en el presente. Cierto poema de Kavafis del siglo pasado, nos recuerda que lo importante es el viaje, el camino y nuestras experiencias, no las metas que ansiamos conseguir. Así pues nuestra felicidad y nuestras decisiones depende enteramente de nosotros. Siendo así, ¿por qué no tenemos todo lo que queremos? Porque estamos llenos de nuestros propios miedos y del qué dirán. La pregunta que tendrías que hacerte a ti mismo no es ¿lo conseguiré? ¿tendré éxito? ¿qué pensarán los demás?, es mucho más sencilla: ¿qué quiero hacer?"
Por María Reyes.
Me quedé unos segundos en silencio tras leerlo, escuchando de fondo una discusión entre Valerio y Helena...
¿Esto lo había escrito una chica de instituto? Quizá desde su perspectiva tendría que ver con qué carrera escoger, pero para mí fue el último empujón.
Me levanté, fui a la cocina primero y luego al estudio de Roberto. Entré sin llamar.
-¡Estoy trabajando!-se quejó.
Dejé la lista de la compra en su mesa, delante de él.
-Ve a comprar-él me miró asombrado por mi actitud, pero yo no me detuve ni un segundo. Me volví hacia el salón a ser madre y parar una discusión.
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El lado rosa de la fuerza
Roman pour AdolescentsA papá le gusta mamá. A mamá le gusta el vecino de enfrente. Al vecino de enfrente le gusta mi hermana mayor. Y mi hermana mayor... dice que pertenece al "lado rosa de la fuerza". Lo que quiera que signifique eso.