Cambios y ruegos

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Cuando SeHun y ChanYeol salieron de su habitación, JongIn se lanzó boca abajo sobre su cama, agotado. Rodó por todo el colchón, intentando encontrar una posición cómoda que le permitiera conciliar el sueño, y lo habría logrado de no ser por su madre, quien irrumpió en su pieza segundos más tarde.

—¿Ya quieres explicarme por qué estás tan triste?—preguntó mientras se sentaba en la orilla de la cama.—Ayer, desde que llegaste, no has dicho nada.

—No sé si se te ocurrió que no quiero decir nada, mamá...

—¡Debes decirme! Tal vez pueda hacer algo al respecto, Nini.

—No.—murmuró, girándose una vez más para poder ver a su madre.

—¿Cómo que no? Dime o te mando a limpiar la cocina.

JongIn hizo un puchero y empezó a jugar con sus manos.

—Es que... te vas a enojar. Mejor no te cuento.

—Habla, Kim JongIn.

—No.

—¿Qué sucedió? Dime ahora.

—Sucedió que... —JongIn tomó una bocanada de aire antes de confesarse.—LepedímatrimonioaKyungSooydijoqueno.

—¿¡Qué!? ¿¡Sin mi consentimiento!?—la mujer se puso de pie, y pareció querer alzar el pie para quitarse la sandalia.—¿Cómo hicis-? ¿Dices que te recha-? Espera, vamos por partes.

—No tomé tu dinero.—murmuró, volviendo a girarse boca abajo.—Estuve trabajando... como instructor de baile en la academia a la que voy. Me pagaban por hora.

—¿Trabajaste?—cuestionó, incrédula.—¿Qué compraste con ese dinero?

—Alquilé el lugar, llamé a una decoradora, uhm... También ropa y el anillo.

A JongIn se le formó un nudo en la garganta. Recordar todo lo qué pasó para armar la pedida de mano perfecta lo afligía.

—¿Cuántas horas pasaste dando clases de baile?

—Creo que cinco al día. Después de clases iba a la academia...

—Eres un idiota demasiado tierno, hijo. Pero... ¿Dices que KyungSoo te rechazó?

—Sí.—murmuró, gateando más cerca de su madre para esconder su entristecido rostro contra su hombro.—Se fue y me dejó... Lo peor es que lo necesito, es el amor de mi vida. Tú dirás que es algo pasajero, ¡pero no es así! Lo amo, lo amo, amo a Soo... Haría todo por él. Renunciaría al baile de ser necesario... Pero Soosie me dejó...

—Pequeño.—una lágrima resbaló por el rostro de la mujer. Estaba conmovida.—A veces, cuando no es... simplemente no es. Quizás KyungSoo no era para ti, quizás no...

—¡No existe nadie como Do KyungSoo!—chilló. Alejándose de su madre, se sentó en posición fetal sobre el colchón, cubrió su rostro con ambas manos y comenzó a llorar.—¡Él es la única persona que no se aburrió de mi! Incluso tú, siendo mi madre, te has hartado de mi forma de ser.

—¿Y por qué no aceptó entonces, JongIn?—la mujer se puso de pie y caminó hacia la puerta, abriéndola.—No puedes sufrir todo el tiempo por un amor fallido.


Departamento de Do...

KyungSoo sacó el cereal del estante, abrió la refrigeradora y tomó la leche entre sus manos. Colocó todo sobre la barra y sirvió cada ingrediente en un tazón.

Esa mañana se sentía tan silenciosa sin las llamadas de JongIn preguntando por su desayuno.

KyungSoo sintió un nudo en la garganta al recordar aquellas llamadas. JongIn preguntaba qué iba a comer, y KyungSoo siempre contestaba lo mismo: leche con cereal.

Crónicas de un hombre angustiado (ChanBaek, KaiSoo, HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora