Especial KaiZu

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KyungSoo la miró por el rabillo del ojo cuando ella cerró estruendosamente su casillero.

Tan elegante, tan callada, tan pacífica que se veía perfecta.

KyungSoo sentía que con ella podría respirar paz eterna, una razón para gustar de Krystal Jung era esa precisamente.

El estudiante de Medicina la observó desapareciendo por el pasillo y apresuró sus pasos para seguirla. De seguro ella iba a la cafetería.

KyungSoo podía enumerar las cosas que le encantaban de Krystal, y también podía contar las cosas que odiaba de ella. Solo odiaba algo de ella y era a su mejor amiga.

Park Joy, la patética chica popular, novia del patético chico guapo y popular.

Su novio, Park ChanYeol, igual de millonario y estúpido, seguramente con amigos de su misma condición.

Krystal detuvo su andar en medio del pasillo y volteó ligeramente la cabeza en dirección a su seguidor.

KyungSoo no se detuvo, caminó de frente sin mirarla. Debía disimular.

—Niñato.—susurró ella con una pequeña sonrisa en el rostro.

La cafetería estaba repleta de jóvenes estudiantes que devoraban sus bandejas de comida mientras observaban a los chicos de la mesa doce. Sí, la mesa que ocupaban los populares.

Aunque, algunos de ellos permanecían hipnotizados con la mesa uno, la de los alumnos famosos.

LuHan, cantante chino con una fama en aumento, almorzando con Kim TaeYeon, la reina del OST.

KyungSoo ocupaba la mesa dieciséis con otros dos estudiantes.

Concentró toda su fuerza en poder terminar esa asquerosa ensalada de plátano mientras disimuladamente veía a Krystal masticando un pedazo de pollo.

Incluso se veía elegante cuando comía.

Tan limpia y tranquila...

Tan bella y dulce...

Tan...

—¡Mierda!

Un grito desde la mesa doce lo sacó de su ensoñación. Giró la cabeza y su mirada chocó con la de un joven que nunca antes
había visto.

El chico no llevaba camiseta y tenía los pantalones manchados de un jugo morado.

Cuando se percató de la mirada que KyungSoo tenía sobre él, sonrió y lo saludó moviendo ambas manos.

El pequeño se asustó. Dios, tanta efusividad para él. Desvío la mirada hasta un punto en su ensalada y permaneció ahí hasta que dejó de escuchar gritos y demás.

Gritos, que por cierto, eran de las porristas y de algunos estudiantes.

—¡Hyung!—alguien se sentó a su lado.—¡Hyuuuuuuuung!

—¿Quién eres tú?—frunció el ceño. Miró al chico. Ah, el exhibicionista.

Me llamo JongIn, ¿y tú cómo te llamas?—preguntó, dándole una sonrisa que mostraba sus dientes blancos y bien ubicados.

—No lo sé.—contestó antes de tomar su mochila y ponerse de pie.

Lo miró unos segundos y no pudo evitar bajar los ojos hasta su torso desnudo. Por alguna razón, quería salir rápido de ese lugar. Sentía que comenzaba a hervir.

KyungSoo dio media vuelta y sin despedirse, comenzó a caminar rápidamente.

JongIn tomó la misma acción, pero antes de poder ver a dónde iba el más bajo, una mano se enganchó de su oreja.

—¿¡A dónde cree que va, señorito!?

Ay ño, la vieja.

—¿A dónde cree que va sin camiseta? ¿¡Eh!?—la rectora presionó más fuerte en su piel y JongIn se retorció de dolor.

—No sé. Bueno sí sé, pero no le gua decir.

—Vamos a Recursos Humanos, ¡usted merece suspensión por conducta inmoral!

No soltó su oreja en ningún momento hasta llegar a la oficina.


—JongIn, es la tercera vez en el mes que caminas desnudo por la universidad.

—¡No estoy desnudo!—objetó.—Tengo el pantalón puesto, director.

—Conducta inmoral dije.

—Ay zi.—golpeó con los puños la mesa del director.—No pueden suspenderme. Yo... ¡Ay!

Bajó la mirada y vio una grapa incrustada en su dedo.

—Uh.—la rectora rió.—La grapadora del diablo.

—Mi mano... —susurró impactado.—Esa cosa me lastimó...

—Ve a la enfermería, muchacho.

—La grapa...

—Mejor te llevo a...

—Gua matar a esa maldita.


En la enfermería...

—Como te dije, KyungSoo, ser médico cirujano es difícil.

—Sí, señora, lo sé. Pero... ¿Cree que logre terminar la carrera?

—¡Por supuesto!—le sonrió amablemente.—Tu padre es cirujano, podrá enseñarte todo lo que sabe.

—Sí...

—¡Coño, me estoy moriciendoooooo!

La mujer se puso de pie rápidamente y KyungSoo hizo lo mismo.

—Por favor, ayudelo, enfermera Chin.—pidió la rectora antes de irse por donde vino.

—Uh, tienes una grapa en el dedo.—rió.—KyungSoo, ayúdalo. Debo ir al baño.

El nombrado suspiró. Cogió una toalla del estante y se la arrojó.

—Cúbrete con esto.—ordenó.—Bien...

Buscó unas pinzas y una botella de alcohol en el botiquín.

—Entonces... KyungSoo, ¿verdad?

—Sí.—murmuró mientras abría la botella de alcohol.—Dame tu mano.

—Es un lindo nombre para un lindo chico.—le extendió su dedo.

KyungSoo rodó los ojos y tomó las pinzas.

—Tus ojos son como dos aguje-¡Tu puta madre, KyungSoo!

Una leve sonrisa se formó en los labios del pequeño.

—Ahora sólo falta el alcohol.

—Como decía. Tus ojos son como dos constelaciones en el espa-¡Mierdcoles!

No palabras malas, JongIn, demuestra tu educación.

—Ya está.—le dijo KyungSoo, colocando una venda en su dedo herido.—Puedes irte.

—Podrías tratar mejor a tus pacientes...

—Tú no eres mi paciente.

—Cierto, soy tu futuro esposo.—le señaló con su dedo vendado.—Y aquí me pondrás el anillo.

Quien diría que después de mucho, esto se cumpliría.

Yehet.

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Crónicas de un hombre angustiado (ChanBaek, KaiSoo, HunHan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora