.Capítulo 25.

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Al día siguiente, repetí mi rutita de todos los días, que consistía en; Alargar la alarma por 5 minutos más, despertar, bañarse, cambiarse, desayunar y llegar al trabajo 2 minutos más tarde.

Llegué al trabajo y allí me estaba esperando Amanda con una taza de café en mano, apuntó de entregarmelo.

-Gracias.- Respondí mirando el suelo mientras agarraba la taza de café.
Camine a mi oficina y cerré la puerta detrás de mi. Pero la puerta se abrió.

-¿Que sucedió?- Pregunto Amanda con un tono preocupado.

-¿Con que?- Pregunte mirando mi computadora en la cual tenía una pequeña foto de nosotros, (Yo y Puerta), riendo.

-Con... ya sabes... Puerta.- Dijo Amanda quien me miraba con lástima.

-Hoy van a ver como esta. O sea, si le pueden dar el alta o no.- Dije bebiendo de el café que me había dado Amanda.- Iría ahora, pero por este estúpido trabajo no puedo.

-¿Sabes? Puedo cubrirte el día de hoy.- Dijo Amanda con una sonrisa.

-¿Harías eso por mi?- Pregunte mientras se formaba una sonrisa en mi rostro.

-Claro que si, ve a por tu futuro esposo.- Dijo sonriendo.

-Gracias, te lo recompensare.- Dije mientras le daba un beso en la mejilla y salía de la empresa a toda velocidad.

18... 17... 16... 15...

Di un largo suspiro. ¿Porque era tan lento el ascensor?

4... 3... 2... 1... PB.

Comenze a correr por los pasillo, hasta llegar a la gran entrada de vidrio.

Últimamente esto de correr para todos lados se me está siendo costumbre.

Paraba a los taxis pero todos estaban llenos. Así que hice lo que menos pensé que haría...

-¡Hey! ¡Matt! ¡Amigo!- Dije amigablemente al chico que siempre pasa con la misma gorra de lana roja y azul, los mismos jeans negros, las mismas zapatillas azules y la camisa a cuadros roja de siempre.
Él me miró confundido.

-¿Hola?- Pregunto confundido.  En verdad nunca hablamos, no somos amigos y no creo que tenga ganas de hablar con un Negro, así que decidí ir justo al grano.

-¿Sabes? Necesito la bici.- Dije con una sonrisa sacando 5 dolares de mi bolsillo mientras se los daba.- Así que, gracias por prestarme tu bici. Nos vemos luego.

Y sin más, subí a la bici roja y empeze a pedalear.
Él seguía confundido, y luego de mirarme a mi, miraba su billete. Una y otra vez.

Deje la bici en donde sabía que estaría segura, ya que luego la tenía que devolver.

Entre al hospital, subí al elevador y marque la 3ra Planta.

Busque la habitación, y al encontrarla, mis nudillos tocaron la puerta correspondiente con suavidad.
Salió el Viejo Barba Fiestera y me miró con una sonrisa.

-Hay buenas noticias.- Dijo mientras nuestras manos estaban tendidas.

-¿En serio?- Pregunte mientras una sonrisa se formaba en mi rostro.

-¿Quién es Doctor?- Pregunto alguien con una voz ronca. Era él. Su voz del despertar, ronca y sexy.

Entre a la habitación por pedido del Doctor y vi como Puerta me miró con los ojos bien abiertos.

-¿Y tu quien eres?- Pregunto mirandome confundido.

Tenía que estar bromeando.
No puede ser.
No.
No.
No.
Por favor.
No.

El Negro Que Entro Por La PuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora