-Y-Yo soy...- No podía hablar y lo poco que pude, lo hice tartamudeando. Sentía que las lágrimas se acumulaban y no tardarían en dejar mis mejillas húmedas.
Puerta comenzó a reírse, y yo lo mire confundido.-¡Era una broma!- Dijo sonriendo mientras estiraba sus brazos para que yo le de un abrazo.
Estaba... no se cual sería la palabra para explicar lo que siento en este momento.
Lo abraze y nos quedamos un largo rato abrazados.
-Te amo, y te voy a seguir amando. Por mas de que caiga en mas de 20 comas, siempre me voy a acordar de tí. Porque tu eres la razón por la que sigo vivo.- Susurro en mi oído y yo me large a llorar, como gran maricon que soy.
No tenía palabras para hablarle. Estaba tan concentrado en estar entre sus brazos, que no podía ni hablar.
-No quiero interrumpirles su momento.- Dijo el Dr. Barba Fiestera quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.- Pero quería informarles, que ya tiene el alta.- Terminó entregandome un papel.
-Gracias, muchísimas gracias Dr.- Dije sonriendo.
-No es nada.- Dijo estrechando su mano a la cual acepte, y luego Puerta.
Se fue Barba Fiestera y una enfermera comenzó a arreglar la camilla en la cual Puerta había estado.
Le entrege ropa a Puerta que yo había traído, y él se fue a cambiar.Al rato, volvió con una sonrisa. De seguro pensaba lo mismo que yo, éramos libres y desde ahora en adelante, no permitiriamos que se interpongan en nuestro camino.
Fuimos a recepción, firmamos unos papeles y salimos, con una gran sonrisa en nuestros rostros.
-¿Me has echado de menos?- Pregunto Puerta con una sonrisa.
-¿Qué crees?- Pregunte y su rostro era de ilusión.- Claro que no, eres un peso en culo.
Él hiso puchero y yo reí.
Me quedé quieto y él me miró preocupado.
-¿Qué sucede?- Pregunto.
-Te amo.- Y sin más, me abalanze para comenzar a besarlo con mucho sentimiento.
-Yo sabía que sin mi no puedes vivir.- Dijo con una sonrisa mientras nos dábamos pequeños besos.