Alis volat propriis

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- Pasa Diana...

Di un salto de mi sillón de la sala de espera al oir mi nombre. ¡Qué nervios!

- Ponte cómoda - me dijo Mónica, mi dentista.

- Bueno, aquí casi nunca estoy cómoda.

- Tranquila, que ya hoy termina todo.

Después de dos largos años, por fin me quita la ortodoncia. Justo un día antes de mi cumpleaños. ¡Qué buen regalo me he hecho! Por fin podré lucir mi sonrisa sin esos molestos alambres en mi boca.

Mónica fue haciendo su trabajo. Es un poco incómodo. Creo que incluso más que colocártelos. Pero merece la pena.

- Mírate y dime qué te parece - dijo mi dentista tendiéndome un espejo después de estar casi una hora conmigo.

- ¡No parezco yo! ¡Que rara me veo! ¡Éstos no son mis dientes, Mónica! - dije. Me veía diferente, tenía mi sonrisa blanca de nuevo.

- Pues eres tú y sí son tus dientes. - dijo entre risas. - Ahora solo quedaría el blanqueamiento y habríamos terminado. ¿Cuándo te vas?

- Comenzamos el día 1 en Jerez.

- Te queda muy poquito entonces.

- Casi nada. Diez días sólo.

- Te deseo todo lo mejor Diana.

- Muchas gracias.

Salí de la clínica muy contenta y un poco rara al no sentir el aparato en mi boca. Pasaba la lengua por mis dientes una y otra vez. ¡Por fin podría sonreír sin sentir vergüenza de mostrarlos! ¡Por fin podría comer sin agobiarme pensando que me quedaban restos de comida entre los alambres! Otra cosita más que añadir a la nueva Diana.

Sí, la nueva Diana. Ya no soy la misma que temblaba de miedo el año pasado en Jerez. He pasado por mucho, tanto bueno, cómo malo, y eso se nota. Me siento segura, me siento fuerte.

En mi lista de propósitos para este nuevo año 2015 solo había uno y ese uno era YO. Sólo yo. Diana Millán. Se acabó el pensar en los demás. Se acabó el actuar pensando en las consecuencias que tendrá. Porque visto lo visto... haga lo que haga... siempre seré yo la mala. Así que ahora voy a hacer lo que me da la gana.

Y no va a ser uno de ésos propósitos que al finalizar Enero dejan de cumplirse, como el ir al gimnasio o dejar de fumar. Pienso hacerlo. Ésta vez sí. Porque lo merezco. Porque me lo debo.

~•~

Al día siguiente mi madre me despertó con un beso en la cabeza.

- ¡Feliz cumpleaños mi niña!

- Gracias mamá - dije sin poder abrir bien los ojos aún.

- Veintinueve años ya...

- Pues sí... - me incorporé en la cama - Hace unos años atrás, me imaginaba que al cumplir esta edad tendría mi propio piso, estaría casada y hasta tendría un bebé. Como mis amigas... Y mírame...

- Diana no empieces a ser negativa...

- Tienes razón. - Y la tenía. La nueva Diana no puede permitirse esos pensamientos.

- Todo eso ya llegará. Por lo menos lo principal lo tienes: un buen trabajo y un muy buen sueldo. Ya verás como dentro de nada estaremos mirándote un pisito. Y sobre el amor... ya llegará.

De repente sonó el timbre. Mi madre fue a abrir mientras me cambiaba de ropa, lavaba mis nuevos dientes y me recogía el pelo.

Al salir del baño me encuentro un paquete en el sofá.

El Corazón en Boxes IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora