¿Me atrevo?

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Fernando Alonso P.O.V.

- No creo que sea buena idea, Diana - dije parando el motor del coche.

- ¿Y qué vas hacer? Tu vuelo no sale hasta mañana.

- Ya te he dicho que dormiré en un hotel.

- Pero vamos a ver, sabes que en el momento que te registres en un hotel, se va a saber que estás aquí y... ¡oh! Fernando Alonso en Cádiz. Qué curioso... su ex es de Cádiz... - me dijo con sarcasmo. - Blanco y en botella.

- Vale, ya, pero ¿qué hago? Después de que tu madre casi me echa de su casa. Prefiero dormir en el coche.

- ¿Pero qué dices idiota? ¿Cómo vas a dormir aquí?

- No sería la primera vez... - me miró algo extrañada. - No me va a pasar nada.

- Mira hacemos una cosa, hablo con mi madre y depende de lo que me diga pues ya decidimos.

- ¿Y si dice que no?

- Podrías dormir en casa de Jorge.

- Prefiero dormir en el coche, gracias. Es capaz de violarme.

- Bueno, ahí sí tienes algo de razón... - y rió llevándose las manos a la cara. ¡A saber que estaría pensando la rubi ésta!. - Sube conmigo. Mi madre tiene carácter, pero tampoco es un ogro. Lo comprenderá.

Tomé aire y lo expulsé por la nariz... En qué lío me había metido yo solito. No hay forma de que aprenda a controlar mis impulsos.

- Venga.

Cuando llegamos a casa de Diana, su abuela seguía en el sillón donde la dejé leyendo una de sus revistas.

- Hola - dije bajito, tenía miedo. Sí, lo reconozco. Tenía miedo. Su abuela me miró por encima de sus gafas y siguió leyendo lo que estuviera leyendo en ese momento.

Diana entró para dentro decidida y me dijo que la esperara sentado en el sofá. Sin llevarle la contraria hice lo que me pidió.

La escuchaba hablar con su madre que estaría, supongo en la cocina, ya que olía estupendamente. Aunque, a decir verdad,  todo me olería estupendamente en ese momento puesto que me moría de hambre. Apenas había comido nada desde que tomé el avión en Londres.

- Federico... - me dijo su abuela desde su sillón.

- Fernando, Fernando - le respondí mientras trataba de secarme el sudor de las palmas de mis manos en el pantalón.

- Eso, Fernando... - dijo sin quitarme la vista. Me estaba empezando a poner mas nervioso de lo que ya estaba. - ¿has venido a ver a mi nieta?

- Sí... tenía que darle una cosa.

- Ah... Pero tu no eres de aquí ¿no?

- No... - reí - Yo vivo en Asturias.

- ¿Y desde allí has venido, hijo mío?

- Bueno, vengo desde Londres en verdad.

- ¡Madre de Dios!... Te debe de importar mucho a mi nieta para hacer eso - y volvió la vista a su revista, se mojó la punta del dedo con la lengua y pasó la hoja.

- Es por un tema laboral - le aclaré. Aunque tenía razón de todas formas. No se equivocó: me importaba mucho su nieta. Demasiado...

- Sí, ya... - respondió la mujer. Cerró la revista y la dejó sobre la mesa - Mi marido, que en paz descanse, vivía en otra ciudad. Y todos los días hacía más de una hora en bicicleta, ida y vuelta, para venir a verme tan solo cinco minutos. En ese tiempo tenía otra novia y él se creía que yo no lo sabía. Pero estaba loco por mí. Así que un día, tras estar seis meses en esa situación, le dije que o la dejaba o a mí no me veía más.

El Corazón en Boxes IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora