Be water my friend

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Me despertó la leve luz que entraba entre las cortinas de la habitación. Me sentí algo desorientada, no sabía exactamente donde estaba, en mi habitación del hotel, en mi casa, la de mis padres... Después de esos segundos, volví a la realidad al ver la camiseta que llevaba puesta. Sonreí amargamente. ¿Se puede sonreir con amargura? Es extraño, pero es posible. Recordé la noche anterior un poco confusa, parecía que todo había sido un sueño. Al girarme me di cuenta que Fer no estaba. Palpé su lado del colchón como tratando de averiguar si todo había sido real. "Ojalá hubiera sido un sueño", pensé. Volví a girarme para buscar mi móvil que estaba en la mesita de noche de mi lado para mirar la hora y vi que aún quedaban diez minutos para que sonara la alarma. También tenía un whatsapp de Fer: "He salido a correr un rato. Estabas dormida profundamente y me daba pena despertarte. Traigo desayuno."

Me levanté torpemente y corrí las cortinas para que la luz invadiera toda la habitación. El sol brillaba con fuerza y pensé que sería un buen domingo de carrera. A simple vista vi mi pijama en el suelo de la habitación tirado de cualquier forma. Lo recogí y con él en la mano me fui directa a la ducha. Necesitaba despejarme. Necesitaba pensar en qué estaba pensando anoche cuando accedí a ir su habitación. Mientras el agua caía sobre mí con toda la presión posible, venían a mi cabeza las últimas palabras de Fer antes de dormirnos: "Depende de ti, depende de mí". Negué con la cabeza. "Esta relación por desgracia no depende solo de dos, hay más factores que hacen que todo se complique. Uno de ellos es Lara, que ya por sí sola tiene bastante peso. Y el otro es la F1," pensé tratando de contener las lágrimas. "Quizá este era el momento de dejarme llevar, como tantas veces me había aconsejado Jorge, dejar que fluyera todo y no ser tan controladora." ¿Por qué la ducha era un momento de reflexión y de desahogo?

Me puse el albornoz mientras me secaba el pelo de forma rápida con una toalla. Volví a ponerme mi pijama ya que era la única ropa decente que tenía en esos momentos, cogí mi móvil y la tarjeta de mi habitación, no si antes derle un mensaje a Fer. Pero un mensaje escrito a mano, nada de whatsapp, para eso en los hoteles solían dejar papel y boli con su publicidad, habría que darle uso.

"Querido Fer" Taché esa frase, demasiado formal.

"Hola Fer, te agradezco el desayuno pero tomaré un café allí en la ofi. Me duele un poco el estómago y no me apetece. Nos vemos en un ratito. Diana"

Corto, sencillo y claro. Sin más explicaciones. Lo de anoche fue un sueño (un sueño erótico, todo hay que decirlo) y un sueño será. No hay más que hablar.

Ya con mi uniforme me dirigí al circuito en el bus que disponían las escuderías para sus trabajadores. El camino se me hizo ameno mientra escuchaba algo de música en mi móvil. Me extrañó que Fer no me hubiera escrito algún mensaje o hecho alguna llamada al ver mi nota. Ya estaba empezando a comerme la cabeza cuando me acordé de mi pensamiento en la ducha: "Dejar que todo fluya". Así que seguí disfrutando, o al menos lo intenté, de mi música.

El Paddock estaba tan alborotado como de costumbre. Cientos de personas, cada una con su uniforme correspondiente a su equipo o bien a su trabajo, como periodistas, fotógrafos..., se mezclaban entre sí hasta llegar a sus correspondientes escuderías.

Me dirijía tranquila a Mclaren, disfrutando de los tempranos rayitos de sol cuando sentí una mirada fija en mi nuca. Sí, pude sentirlo como si me quemara. Algo difícil de explicar.

- ¿Dónde vas blanca flor? - escuché a mis espaldas.

- Pues mira, pasaba por aquí y me dije voy a echar un ratito que estoy aburrida en el hotel. ¡Pues igual que tu, a trabajar! - le dije a Jorge dándole un toque en la frente.

- ¿Qué pasa? - preguntó con el ceño fruncido mirando mi cara mientras se levantaba las gafas de sol Gucci y las dejaba en su cabeza. "Oh, oh... que pronto me había calado"

El Corazón en Boxes IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora